En tus manos, Señor, pongo mi vida con todas sus angustias y dolores; que en ti florezcan frescos mis amores y que halle, apoyo en ti mi fe caída.
Quiero ser como cera derretida que modelen tus dedos creadores; y morar para siempre sin temores de tu costado en la profunda herida.
Vivir tu muerte y tus dolores grandes, disfrutar tus delicias verdaderas y seguir el camino por donde andes.
Dame, Señor, huir de mis quimeras dame, Señor, que quiera lo que mandes para poder querer lo que tú quieras.
San Juan de la Cruz