En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Marcelino Palentini | Obispo de la Diócesis de Jujuy
Queridos jóvenes, hoy el Evangelio nos presenta una escena muy significativa del Evangelio: "La vocación de Mateo", este Mateo que describe su propia vocación, su experiencia de encuentro con Jesús. Jesús no tiene prejuicios, llama -en este caso- a un recaudador de impuestos, habitualmente considerado corrupto, amigo del poder romano, coimero, etc. Podemos añadirle todo lo que querramos, una persona dentro del pueblo despreciada porque evidentemente cobrándole a ellos los impuestos y dándoselo a los romanos eran partícipes de todo lo que significaba justamente explotar al pueblo de Israel.
Jesús va más allá de las apariencias, no tiene en cuenta las etiquetas que en la comunidad le habían puesto sobre este hombre, confía en lo bueno que hay en su corazón porque Jesús siempre confía en lo bueno que hay en el corazón de los hombres, por eso ama a todos y acepta a todos y llama a todos. Jesús dice: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores", no vino para los que se consideran santos sino para los pecadores que están dispuestos a cambiar la vida.
El encuentro con Jesús tiene como fruto la fiesta compartida, todos están invitados a vivir este banquete de la alegría de su presencia es por eso que Mateo enseguida hace fiesta y en esa fiesta, en ese banquete estarán presentes otros publicanos, otros pecadores, la gente se asombra pero Jesús no, sabe que solamente estando en medio de ellos los puede cambiar, sabe que solamente siendo misericordioso ayuda a que vivan una vida nueva, una etapa nueva en su vida.
Así nos pasa a nosotros, que el Señor nos llama. El Señor te llama a vos querido jóven, no importa lo que hayas hecho hasta este momento lo que importa es lo que quieras hacer de ahora en adelante. No importa si estabas cerca o lejos, si te querían, te aplaudían o no, lo que importa es que vos te dejes encontrar por Jesús y entonces desde ese encuentro con Jesús empieces esta vida nueva. Todos tenemos la oportunidad de ser discípulos de Jesús como lo fue Mateo, nadie queda excluído porque su amor es Misericordia más grande que nuestro pecado y más grande también que los prejuicios que otros puedan tener sobre nosotros.
Te agradecemos Padre Dios porque enviaste a Jesús para sanar y llamar a una vida nueva a nuestra humanidad herida por el pecado, danos la Gracia de levantarnos de nuestra situación de postración espiritual y de seguir con alegría a este Jesús, el Salvador, para ser como Mateo: Discípulos-Misioneros. ¡Será hasta la próxima semana si Dios quiere!