Evangelio segun San Mateo 13, 24-30

sábado, 23 de julio de
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Y les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.  Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.  Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.  El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.  'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".

 

Palabra de Dios

 


De nuestra redacción



Hoy en la Palabra nos adentramos en la parábola del trigo y de la cizaña sembrada en un campo, que viene a representar nuestras vidas. Nuestro corazón está poblado de trigo; y también de cizaña.



Dios que nos ama y nos pensó y amó incluso antes de haber sido concebidos, como dice el profeta Jeremías "Antes de formarte en el vientro te conocía, antes de salir del seno maternó te consagré", sembró mucha buena semilla en nuestro interior. Sembró amor y con Él todo lo mejor que estamos llamados a dar y a ser. La buena semilla tiene que ver con toda la potencialidad de bondad, de amor, de ofrenda de la vida, de compromiso en el trabajo y en el estudio, de responsabilidad social… que habita dentro nuestro.



Junto con el amor de Dios personal por cada uno de nosotros, que nos llega incluso antes de haber sido concebidos, viene de la mano la inmensidad de dones con los que nos visita. Es más, el gran don es su presencia dentro nuestro, el Espíritu Santo que habita en lo más profundo de nuestro corazón, que gime con sonidos inefables, y ora desde dentro por nuestras necesidades.



Por supuesto que todo el amor recibido de nuestros padres y amigos, o de algún profesor o pariente que supo marcarnos y acompañarnos en la vida, también tiene que ver con todo lo bueno sembrado con amor en nuestra interioridad.



Pero a la vez, ninguno de nosotros es ajeno a la experiencia del pecado. Juento con todas las capacidades de bondad que tenemos, coexisten los celos, la bronca, la envidia, el deseo de sobresalir. La Palabra nos dice que el demonio anda como león rugiente buscando a quien deborar. Es una realidad, y aunque nos esforcemos al máximo, hay una parte nuestra que tiende al pecado.



Pero Dios es su infinita misericordia siempre viene a nuestro auxilio, y nos acompaña y reconforta en el camino. Como la parabola del Padre misericordioso, siempre está fuera de su casa expectante a que vuelva el hijo que se le fue lejos; incluso Dios es como aquel pastor que es capaz de dejar a las 99 ovejas que están con él por ir en búsqueda de la que se le perdió.  Que podamos experimentar en este día el inmenso amor de Dios, que conociendonos profundamente, nos ama con amor de Padre.

 

 

Oleada Joven