Sólo en la noche profunda de la fe, cuando callan la mente y la boca, en el silencio total y en la Presencia Total,
dobladas las rodillas y abierto el corazón, sólo entonces aparece la certeza de la fe,
la noche se trueca en medio día, y se comienza a entender al Inteligible.
Mientras tanto, tenuemente vamos vislumbrando tu figura entre penumbras, huellas, vestigios, analogías y comparaciones.
Pero cara a cara no se puede mirar.
Eres el Dios de la Fe.
…Si yo soy el río, y tú el mar, ¿cuándo voy a descansar en Ti?
Te aclamo y reclamo, te afirmo y confirmo.
Te exijo y necesito, te añoro y te anhelo,
¿Dónde estás?
Aquel a quien nunca alcanzarán los silogismos; Aquel que es para ser acogido, asumido, vivido.
Aquel al que se le "entiende" de rodillas, en la fe, entregándose.
Ignacio Larrañaga