Día 3: Argentinos en Málaga

domingo, 7 de agosto de

“Cuando contemplo  cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, pienso quién es el hombre para que pienses en él, el ser humano para darle poder. Señor, dueño nuestro, ¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!”

 

06.00 Suenan los despertadores. Luego de hacer un millón de combinaciones, llegamos a Puerta Atocha y tomamos un tren de alta velocidad con destino a Málaga. El equipo de RM arma campamento y lo desarma con facilidad (en realidad, nos damos cuenta de que trajimos equipaje de más… con la experiencia se aprende) : lugar en donde estamos quince minutos sentados desplegamos la oficina móvil. Entonces llamamos por teléfono a los contactos que necesitamos, estudiamos los mapas, organizamos las actividades o escribimos el diario. Aprovechando el trayecto de 3 hs en el tren, nos pusimos a narrar la bitácora de viaje y a organizar el álbum de fotos.  Recorremos tierras áridas, pero la producción agraria es grande; cada metro es aprovechada. Algunos paisajes nos recuerdan a La Rioja.

 

 

12:20 Llegamos a Málaga, la temperatura alcanza  los 40º. Nos tomamos un colectivo a la Parroquia San Andrés, donde nos espera un matrimonio argentino que vive en Málaga: Mirta, de Tucumán y Cesar de Mendoza. A través de ellos nos contactamos con otros argentinos en el lugar: ¿cómo se vive la Argentinidad fuera del país?.

 

El calor es aplastante. Vemos poca gente en la ciudad, nos preguntamos dónde estarán los casi 700 mil habitantes de la ciudad. ¿será el calor, las vacaciones? Julio y agosto, corresponde a lo que para nosotros sería enero y febrero.

 

Playa. Agua del Mediterráneo; disfrutamos un rato de distensión juntos. Algunos caminamos tranquilamente por la playa. Otros nos dormimos la vida, el cansancio se siente. Cuando nos reencontramos con todas las ganas de tomarnos unos buenos mates, sacamos el agua caliente y empezamos a buscar y buscar y buscar en los bolsos, pero nunca llevamos ni el mate ni la bombilla ni la yerba. De terror. Nos reímos un rato largo. Todos creímos que los otros lo llevaban…

 

 

A la noche, todavía sin acostumbrarnos mucho al horario, estábamos muy cansados. Pero ante la insistencia de César, comenzamos a recorrer a pie el centro histórico de la ciudad. Enorme. Precioso. La imponente Catedral de Málaga, las calluelas que conservan las fachadas añosas con sus respectivas farolas y pisos empedrados; plantas y flores por todos lados. Toda la ciudad se convierte en un verdadero parque con esculturas, casonas históricas, la alameda, pinturas, los tradicionales carruajes o mateos en los que se puede pasear, y la imponente y adornada alameda que lleva a la Alcazaba y la Fortaleza, el castillo y la fortaleza de la ciudad. La ciudad es alegre y pintorezca, la gente es amable y en cuanto ven nuestra cara de turistas perdidos se acercan para saber si necesitamos algo. 

 

 

 

 

 

 

 

01:00 Caminamos, caminamos mas… demasiado. Acalambrados retornamos al hogar. Publicamos la bitácora de viajes, cargamos algunas fotos. Rezamos juntos y nos vamos a  dormir, mañana será otro día.

 

Oleada Joven