Evangelio segun San Mateo 19, 3-12

miércoles, 10 de agosto de
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En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Le está permitido a uno separarse de su mujer por cualquier motivo?»
Jesús les respondió:
«¿No han leído que el Creador, desde un principio, los creó hombre y mujer, y dijo: Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ellos le replicaron:
«Entonces, ¿por qué ordenó Moisés que el marido le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?»
Jesús les contestó:
«Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio».
Entonces le dijeron sus discípulos:
«Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse».
Pero Jesús les dijo:
«No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquéllos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros han sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquél que pueda comprenderlo».



Palabra de Dios

 

 


 

P. José Navarro  Asesor de la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Tucumán

 

En el tiempo de Jesús, la discusión sobre el tema del divorcio estaba polarizada en dos escuelas: una, laxista en grado sumo, admitía el divorcio por cualquier causa: era suficiente para despedir a la mujer que se le hubiese quemado o simplemente ahumado la comida, según su interpretación de la Ley genérica que autorizaba el divorcio si el marido “descubre en ella algo vergonzoso” (Dt24,1). La otra escuela, rigorista, entendía que la excepción del Deuteronomio se refería únicamente al caso de adulterio.

 

El asunto lo presentan los fariseos como pregunta capciosa. Jesús responde haciendo alusión al orden primordial establecido por Dios (Gn1,27; 2,24; 5,2).

 

En aquella sociedad, dominada por los hombres, una mujer repudiada debía regresar a la casa de su padre llevando consigo el deshonor que afectaría a toda su familia de origen. La amenaza de divorcio era un arma implacable para asegurar la sumisión de la mujer a su marido. En este contexto, las palabras de Jesús son tremendamente liberadoras. La prohibición del divorcio es, eminentemente, una defensa de la mujer y una recuperación del designio de Dios establecido desde el principio.

 

Para Jesús el matrimonio, no es un simple acuerdo de dos que alegremente deciden convivir por una conveniencia egoísta y  para satisfacer sus necesidades primarias; es mucho más que eso, porque es hacerse “una sola carne”, y en el matrimonio es Dios mismo el que sella la unión.

 

Por tanto es necesario entender que el matrimonio es una vocación, un llamado que el Señor nos hace. Es uno de los caminos que el Señor nos invita a seguir para alcanzar la felicidad. Entonces, si tomamos el peso de las palabras de Jesús, te darás cuenta de lo importante que es tomar en serio tu noviazgo. No digo que porque te pongas de novio te tenés que casar!!! Sino que es un tiempo, una instancia para que ambos vayan descubriendo lo que el Señor les va diciendo…

 

Te invito a que reces por tu noviazgo, para que sean dóciles al Señor, y te invito a que reces por los matrimonios para que se sientan una sola carne, y que nunca dejen de alimentar el amor que los unió.

 

 

Oleada Joven