Evangelio segun San Mateo 19, 23-30

lunes, 15 de agosto de
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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de de los cielos».


Al oírlo, los discípulos exclamaron impresionados: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible».Entonces le dijo Pedro: «Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos va a tocar? »Jesús les dijo: «Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.


Y todo aquel que por mí haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, esposa, hijos o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».

 

Palabra de Dios

 

 


P. Gustavo Gatto   Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa María

 


Hoy Jesús nos pone a nosotros en frente a nuestra relación con los bienes y con las riquezas. Dice Jesús “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos”.

 


Entonces me gustaría que compartamos algunas pequeñas enseñanzas,  como una síntesis de las enseñanzas que nos da la iglesia sobre los bienes materiales.

 


En primer lugar , a qué le llamamos bienes? no son males, son precisamente bienes. Estos bienes Dios los ha destinado para todos no para algunos. Lo que se conoce en la doctrina social como “el destino universal de los bienes”  es responsabilidad de todos, precisamente que todos podamos gozar de estos bienes y trabajar incansablemente para que todos y no solo algunos podamos gozar de estas voluntades.

 

Dios quiso que estos bienes sean de todos, eso exige responsabilidad y solidaridad. También tenemos que decir que la pobreza, la miseria, aparecen como un pecado que clama el cielo y la riqueza egoísta como un escándalo. El peligro de los bienes materiales, de las riquezas es que exigen adoración; podemos llegar  darles el corazón y al ser precisamente materiales no podrán llenar las aspiraciones más profundas que tenemos nosotros porque nosotros somos seres espirituales y si nosotros queremos llenar nuestra vida solo con estos bienes materiales siempre tendremos un vacío.

 


La invitación es seguirlo a Jesús, al seguimiento de Cristo como habían hecho los apóstoles. Podemos volver las cosas a su lugar, gozar de los bienes que Dios nos dio, trabajar para que todos los tengamos y ser solidarios con los que quizás no la pasan tan bien y muchas veces por el egoísmo de quienes tienen más no pueden gozar de los bienes que Dios también quiere para ellos.

 


Que tengas una buena semana!

 

 

Oleada Joven