"Mujer que grande es tu fe, que se cumplan todos tus deseos"
A las 7hs nos encontramos en el Polideportivo, donde está alojada la delegación, para irnos en colectivos a Valencia. Llegamos y la Plaza de la Virgen está repleta. Los países se multiplican, y ya suman 45. Permanentemente flamean las banderas llenando de colorido y vitalidad la plaza central de la ciudad. Los curiosos se acercan para ver sobre las calles laterales, hasta donde llegan los jóvenes.
El arzobispo Carlos Osoro preside la celebración, siempre en diferentes idiomas, acompañada por un atractivo coro. Los cánticos sin duda llegan al cielo. Un tinte de góspel tiñe la música, que resulta pegadiza. Todos cantan más allá de la diversidad y flamean sus banderas. La imagen resulta emocionante y eso es que es sólo una partecita de lo que será la Jornada Mundial de la Juventud.
Tenemos la mañana libre para recorrer la ciudad. Nosotros, junto a un grupo grande de argentinos y 2 franceses vamos al Oceanográfico, según dicen, el más grande del mundo.
Hacia el mediodía nos espera una rica paella. Cientos de personas preparan paellas en “discos” gigantes, colocados en una plaza de enormes dimensiones. Como en el evangelio, la comida se multiplica, alcanza para más de 13 mil peregrinos e incluso sobra.
Todo el tiempo hay música, canticos y bailes. Los países se entremezclan y van aprendiendo bailes y cánticos. La ciudad repleta está colmada por peregrinos. Vayas a donde vayas hay banderas. En la siesta, muchos eligen ir a visitar la playa. En toda la extensión hay grandes grupos, con sus estandartes al viento.
Volvemos a Gandía en los colectivos. A modo de despedida, la noche se llena de música. Los organizadores montan un escenario en una calle de barrio. El grupo “Remar” de la diócesis de Olavarría anima la noche, que se convierte en una peña. Mañana al mediodía partimos a Madrid, la JMJ ya es una realidad.