Palabras del Papa a los jóvenes en la vigilia

sábado, 20 de agosto de

Tras largas horas de espera de los jóvenes en los 4 vientos, lugar donde se está desarrollando la Vigilia de la JMJ Madrid 2011, llegó el Papa Benedicto XVI mientras nubes amenazaban en el cielo. El Papa subió al escenario, saludó y se dispuso a dirigirle algunas palabras a los jóvenes, cuando se desató un fuerte viento y la lluvia cayó copiosamente sobre Madrid. Las sillas comenzaron a volarse, e incluso el escenario, ubicado en contra de la lluvia, se encontró con el viento lo que generó que la mitra del Santo Padre se desprendiera de su cabeza. Inmediatamente los Cardenales y asistentes, lo cubrieron con paraguas, sin embargo la lluvia alcanzó a Benedicto XVI y a los papeles en donde tenía su discurso. 

 

Con mucha alegría los jóvenes resistieron las inclemencias del clima, y mientras más desconcierto había en el escenario, más fuerte gritaban "Esta es la juventud del Papa" y coreaban su nombre a modo de adhesión y complicidad con el sucesor de Pedro. 

 

El discurso del Papa Benedicto, se vió interrumpido, por lo que los horarios se corrieron. Una media hora después, una vez que la lluvia paró, el Papa tomó el micrófono y dijo: ¡GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA ALEGRÍA! Gracias por esta alegría y resistencia. Nuestra fuerza es mayor que la lluvia. El Señor con la lluvia nos manda muchas bendiciones". Tenía planeado pronunciar un discurso más extenso, pero devido al conjunto de modificaciones por el clima, directamente dio los saludos finales:

 

En portugués: "Mis queridos amigos, os invito a todos a establecer un diálogo personal con Cristo".

En Polaco: "Edificad vuestra vida sobre Cristo y su evangelio. Os bendigo de corazón".  


Luego llegó el momento de la adoración eucarística: el Santo Padre salió del escenario, cambió sus vestiduras, y regresó para encabezar la ceremonia. Rezó con los jóvenes y los consagró al sagrado corazón de Jesús: "Que cumplan tu voluntad y sean alabanza de tu gloria". Los dos millones de jóvenes presentes en el aeródromo permanecieron en un profundo silencio en adoración. 

 

Finalizada la oración, volvieron a caer algunas gotas, y el Papa Benedicto XVI se despidió de los jóvenes hasta el día siguiente, cuando en horas de la mañana celebrará la misa de envío y cierre de esta Jornada Mundial de la Juventud.  Como dijo el Santo Padre fue una aventura compartida lo acontecido en esta noche: "Firmes en la fe en Cristo han resistido la lluvia y quiero darles las buenas noches. Gracias por el sacrificio". Más adelante también dijo "Con Cristo podéis enfrentar las pruebas de la vida. No lo olvidéis. Gracias a todos!".   

 

Fuegos artificiales iluminaron el cielo, y bajo los cánticos de "Benedicto, Benedicto" de los millones de jóvenes reunidos en los 4 vientos, Benedicto XVI se retiró a la nunciatura apostólica, su residencia durante estos días en Madrid. 

 

Una alegría profunda se vive en la vigilia. Todos se mojaron, incluido el Papa, y la alegría se multiplica. Una auténtica fiesta de verano. Los jóvenes permanecerán en oración durante la noche, y por la mañana, cuando llegue el Papa, será el momento de la misa, mensaje final y envío de los jóvenes a sus respectivos lugares. 

 

 

 

 

 

 

Compartimos el discurso que Bendicto XVI pensaba dirigirle a los jóvenes, cuando se vió interrumpido por el viento y la lluvia: 



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Queridos amigos:

 

Os saludo a todos, pero en particular a los jóvenes que me han formulado sus preguntas, y les agradezco la sinceridad con que han planteado sus inquietudes, que expresan en cierto modo el anhelo de todos vosotros por alcanzar algo grande en la vida, algo que os dé plenitud y felicidad.

 

Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9).

 

Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios.

 

Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios. Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.

 

Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. Él, que tomó sobre sí nuestras aflicciones, conoce bien el misterio del dolor humano y muestra su presencia amorosa en todos los que sufren. Estos, a su vez, unidos a la pasión de Cristo, participan muy de cerca en su obra de redención. Además, nuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo de Dios.

 

Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.

 

En esta vigilia de oración, os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga.

 

A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial.

 

A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: «¡Sígueme!» (cf. Mc 2,14).

 

Queridos jóvenes, para descubrir y seguir fielmente la forma de vida a la que el Señor os llame a cada uno, es indispensable permanecer en su amor como amigos. Y, ¿cómo se mantiene la amistad si no es con el trato frecuente, la conversación, el estar juntos y el compartir ilusiones o pesares? Santa Teresa de Jesús decía que la oración es «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (cf. Libro de la vida, 8).

 

Os invito, pues, a permanecer ahora en la adoración a Cristo, realmente presente en la Eucaristía. A dialogar con Él, a poner ante Él vuestras preguntas y a escucharlo. Queridos amigos, yo rezo por vosotros con toda el alma. Os suplico que recéis también por mí. Pidámosle al Señor en esta noche que, atraídos por la belleza de su amor, vivamos siempre fielmente como discípulos suyos. Amén.

 

 

 

 

 

Oleada Joven