Buscamos volver a nuestro origen, Señor, tocar la raíz de nuestra vida,
el manantial de aguas puras que nos alimenta,
y beber de ti, como la samaritana,
y volver a los demás saltando de gozo y esperanza.
Queremos hacer de nuevo la experiencia de tu amor inquebrantable,
de que nuestra vida tiene su origen
y su aliento permanente en Ti, Vida de toda vida.
Queremos bajar al fondo de nuestro ser
y encontrarnos contigo, con nosotros mismos y con los demás.
Descubriremos allí, que más allá de nuestros límites
y nuestras fragilidades, tu presencia nos habita.
Que necesitamos abrazar nuestra historia, nuestra vida
y experimentarla como barro en tus manos,
en manos del alfarero que busca dar forma a la tierra en beso con el agua.
Dejaremos que se vayan los recuerdos heridos, pegados a la memoria
y los miedos futuros danzando en la fantasía.
Queremos renacer cada día desde el centro de nuestra interioridad
para abrirnos desde allí a la vida,
Tú quieres, Señor, que seamos personas que empiezan cada día,
que saben caer con humildad y levantarse con la dignidad de ser tus hijos,
personas haciéndose nuevas que caminan juntos.
Que sintamos, Señor, la presencia del hermano al lado,
también modelando nuestro barro,
construyéndonos juntos y forjando contigo el presente y el futuro.
Que así sea!