Evangelio segun San Lucas 4, 38-44

lunes, 29 de agosto de
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En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.
Al atardecer, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, poniendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban:
«¡Tú eres el Hijo de Dios!»
Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.
Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo:
«También tengo que anunciarles el Reino de Dios a los otros pueblos, pues para eso he sido enviado».
Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.

 

Palabra de Dios

 

 


P. Mariano Cortes Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de 9 de Julio

 

Es el Señor el que después de haber sanado a la suegra de Simón, de haberla liberado de aquella fiebre que la  tenía prisionada. Al atardecer, después de haber curado muchos  enfermos, decide apartarse de aquel pueblo, irse, porque dice que también hay otros lugares, hay otra gente que lo necesita.

 

 

Mientras que Él quiere partir y llevar su mensaje a otros lugares, vemos como los discípulos lo quieren retener, quieren retenerlo para que no se aleje de ellos.

 


Talvez nosotros tenemos la misma tentación que los disípulos, querer retener a Jesús, no dejarlo partir, no dejarlo irse o mejor dicho no aceptar que el Señor quiere que vayamos con Él, que dejemos nuestra casa, que dejemos nuestros lugares, que salgamos de nuestra comunidad, que lo sigamos.

 


Que puedas descubrir en este día el mensaje de Jesús que te invita a seguirlo, a partir con Él, porque hay otros que te necesitan, hay otros que lo necesitan, que necesitan de su mensaje  y de su Palabra.

 


Que descubras en el Señor Jesús aquel que te entusiasma tanto que te hace capaz de dejar y de abandonar tu casa, tu lugar, tus cosas; abandonarte a vos mismo y seguirlo donde quiera que vaya.

 


Te dejo en la presencia del Señor y acompañado de la Palabra de Dios que sea tu companía, tu alimento, tu guía y con mi bendición  en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén       

 

Oleada Joven