Vení, pasá, seguí…

jueves, 8 de septiembre de

 

 

 

 

Sigue con tus ojos sobre mí, Señor

 

remodelándome, aunque yo me resista.

 

¡Qué atrevido pensar que tengo yo mi llave!

 

¡Si no sé de mí mismo! Si nadie, como Vos,

 

puede decirme lo que llevo dentro de mí,

 

ni nadie hacer que vuelva de mis caminos

 

que no son como los tuyos.

 

Sigue con tus ojos sobre mí, tallándome

 

aunque, a veces, de dolor te grite.

 

Soy pura debilidad,  -Vos bien lo sabes-,

 

tanta, que, a ratos, hasta me duelen tus caricias.

 

Lábrame los ojos y las manos, la mente y la memoria,

 

y el corazón, – que es mi sagrario -,

 

al que no Te dejo entrar cuando me llamás.

 

Entrá, Señor, sin llamar, sin mi permiso.

 

Vos tenés otra llave, además de la mía,

 

que en mi primer día Vos me diste,

 

y que uso, infantilmente, para cerrarme.

 

Que sienta sobre mí tu "conversión"

 

y  encienda la mía con el fuego de la tuya,

 

que arde siempre, allá dentro de mi ser.

 

Y empiece a ser hermano, a ser persona.

 


 

¡Qué paciencia, Señor, sobre tu mundo,

 

que nosotros tratamos, mal-tratamos,

 

como si fuera nuestro,

 

y pisamos a los demás, como se pisa a una hormiga.

 

Sigue conmigo Señor, con tu sol y tu lluvia,

 

para todos, para buenos y malos,

 

pacientes y violentos; víctimas y verdugos,

 

lloviendo y calentando esta tierra que somos.

 

Sigue haciendo germinar en todos la semilla que eres.

 

¡Que la hagamos crecer, sin desmayarnos, entre tanta cizaña!

 

Y que dé de comer a mucha gente pan tuyo y pan nuestro

 

el que de Vos hemos aprendido a ser,  multiplicándonos.

 

Amén!

 

Ignacio Iglesias S.J.

 

Maria Carolina Chahin