Evangelio segun San Lucas 6, 43-49

jueves, 8 de septiembre de
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos: no se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Por qué me dicen “Señor, Señor”, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica: se parece a un hombre que al construir su casa hizo una excavación profunda para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida. Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra sin cimientos. Chocó el río contra ella, inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida».

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Gonzalo Bearzzi   Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de San Francisco

 

El evangelio de Lucas, con lenguaje simple, nos trae muy cercana esta realidad de la autenticidad; no solo del cristiano auténtico -un logro de santos!- sino de la persona auténtica, que se muestra tal cual es y que se autodesafía a llevar una vida cada vez más coherente.


    En el evangelio aparece esta dimensión del tesoro de bondad que todos llevamos en el corazón y la dimensión de lo externo, del afuera, de lo que se ve, se oye, se dice con la boca o con los gestos…: los frutos; por los cuales se nos reconoce como somos realmente.


    Hoy el Señor nos dice “vení a  mí, escuchá mi palabra, practica con fidelidad, sin miedos” y poné hondo en el corazón el amor de Jesucristo como cimiento de la casa y la vida linda que querés vivir.


    Hace unos días nada más el Papa, allá en Madrid, renovaba la invitación a vivir “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”.
Una fe como la que vemos en el SÍ de María: simple, firme, profundo… un ‘sí’ no solo de boca sino gestado en un corazón que “escucha la vos del Señor” y dio el fruto más hermosos y bueno en su vientre: Jesús mismo.


    Hoy pienso en tantos chicos y chicas que este sábado estarán llegando a los grupos o comunidades juveniles, en sus apostolados o voluntariados y en los muchos buenos frutos que darán como alabanza a Dios y como árboles buenos plantados junto al río.


    Que el Señor y María Santísima bendigan estos corazones generosos y custodie el tesoro de bondad que tienen en sus corazones”

¡Ave María Purísima!… Sin pecado concebida.
 

 

 

Oleada Joven