August Rush, un huérfano y prodigioso músico de 11 años, es el fruto de un inesperado encuentro romántico entre un carismático joven Irlandés, cantante de rock, llamado Louis, (Jonathan Rhys Meyers), y una joven sobreprotegida chelista, Lyla, (Keri Russell). Cuando el destino separa a los amantes, dejando solo a August como fruto de ese amor, este es ingresado en un orfanato. Inspirado por un encuentro casual con un trabajador social, August escapa de su orfanato hacia Nueva York, donde se involucra con un grupo de jóvenes músicos callejeros, bajo la tutela de Wizard, protagonizado por Robin Williams, quien es su peligroso y misterioso benefactor. Cuando Lyla emprende la búsqueda de su hijo tras años de haberlo perdido, Louis debe luchar contra sus propios fantasmas e intentar recuperar sus ganas de vivir a través de su música. Por otra parte August posee un talento musical excepcional, que intentará hacer uso para poder reencontrarse con sus padres, de los que fue separado desde su nacimiento. Él está convencido que a través del poder de la música puede volver a encontrarse con sus padres. Siente que la música le habla…que no fue abandonado, y que sus padres lo buscan, tanto como él a ellos. Nunca pierde la fe y las esperanzas de que su sueño se hará realidad…
August Rush, es una película que cautiva los oídos y los corazones desde el inicio hasta el final. Logra contar una historia tierna basada en un romanticismo muy cercano a una utopía de amor a primera vista y unión de familia, pero sin dejar en el camino detalles que logran que tenga un valor agregado a muchas otras pelis que intentan lo mismo. Nos hace descubrir que valores como la esperanza y la fe, son esenciales para poder alcanzar los sueños que tenemos…Y nos hace pensar en aquello que hay en nuestro interior, esa fuerza que grita desde adentro y quiere salir…ese don que tenemos y que nos une a nuestro pasado, a lo que somos…la herencia que otros han dejado en nosotros…que por más situaciones que vivamos en la vida, siempre vamos a estar ligados por “ese algo” que nos late en el corazón, y que solo nuestros sentidos pueden percibir.