Ojalá…

miércoles, 14 de septiembre de
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 Ojalá, Señor, te llegue mi voz.

 

Aquí estoy!

 

Sin grandes palabras que decir.

 

Sin grandes obras que ofrecer.

 

Sin grandes gestos que hacer.

 

 

Solo aquí. Solo. Contigo.

 

Recibiré aquello que quieras darme:

 

luz o sombra. Canto o silencio.

 

Esperanza o frío. Suerte o adversidad.

 

Alegría o intranquilidad. Calma o tormenta.

 

Y lo recibiré sereno,

 

con un corazón pacificado,

 

porque sé que Vos, mi Dios,

 

también eres un Dios pobre.

 

Un Dios a veces solo.

 

Un Dios que no exige, sino que invita.

 

Que no fuerza, sino que espera.

 

 Que no obliga, sino que ama.

 

Y lo mismo haré en mi mundo,

 

con mis gentes, con mi vida:

 

aceptar lo que venga como un regalo.

 

Eliminar de mi diccionario la exigencia.

 

Subrayar el verbo "dar".

 

Preguntarte a menudo: "¿Qué necesitas?"

 

"¿Qué puedo hacer por Vos?",

 

 y decir pocas veces "quiero" o "dame".

 

Y así sigo, Dios: Aquí,

 

sin más, en soledad.

 

En silencio.

 

 Contigo, mi Dios.





 

José M. R. Olaizola S.J.

 

 

 

Maria Carolina Chahin