En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Marcelino Palentini | Obispo de la Diócesis de Jujuy
Queridos jóvenes, el Evangelio de hoy: Mateo 13, 18-23 nos presenta la reflexión que Jesús hace después de haber relatado la Parábola del Sembrador y concluye diciendo: "El que escucha la Palabra y la comprende, produce frutos". La Parábola del Sembrador nos pone frente a nuestra realidad todos los días, Dios nos llena de bendiciones, siembra en nosotros la buena semilla de la fe, de la honestidad, de la responsabilidad, de la confianza, de la esperanza y sobre todo la semilla del amor. La semilla de la palabra implica todo esto y sobre todo implica un poder recibir los dones de Dios, pero nos preguntamos ¿En qué terreno cae esa semilla de la Palabra de Dios? ¿Cómo somos nosotros? ¿Le permitimos que estos dones de la fe, la honestidad, la responsabilidad, etc; sobre todo del amor, caiga en el terreno bueno?.
Muchas circunstancias interiores y exteriores nos pueden quitar la Palabra de Dios, pueden impedir que crezca, pueden hacerla ahogar o pueden, en muchas circunstancias, hacerla producir frutos en abundancia. Somos conscientes de nuestra debilidad y por eso podemos permitir que se nos arranque la riqueza de esta palabra. Así no damos frutos de amor, de generosidad y de fidelidad; mientras si somos fieles, si nos abrimos a la acción del Espíritu sí podemos dar muchos frutos.
El joven que tiene un corazón puro, que se deja trabajar en lo profundo de su ser por la Palabra y por la fuerza del Espíritu es capaz de hacer maravillas, es generoso, sincero, coherente, valiente y da testimonio en todo lugar, no tiene miedo del que dirán sino se entrega con generosidad y valentía; también se prepara para cambiar una mentalidad materialista y edoista en una mentalidad de superación constante en el bien y se preocupa no sólo de lo que lo satisface inmediatamente (como sugiere la Posmodernidad) sino sabe sacrificarse y renunciar a sí mismo para buscar el bien común. Un joven decidido y coherente es signo de esperanza para una nueva sociedad. ¡Qué lindo ver a jóvenes que se dejan llenar por esta semilla de la Palabra de Dios!, los que la reflexionan solos o en comunidad, los que meditan esta Palabra y se sienten felices de poder escuchar la voz de Dios para darle después una respuesta generosa y coherente todos los días. ¡Los felicitamos y ojalá todos sean así: terreno fértil, que escucha la Palabra y la practica!
Por eso concluímos con una breve oración como siempre:
"Señor te pedimos por los jóvenes de nuestra Patria, para que escuchando tu Palabra produzcan frutos de Vida Nueva, sean artífices de una sociedad más sana en sus criterios y prioridades y superando el materialismo y el ideonismo busquen defender la familia, preparándose con un noviazgo serio, un noviazgo responsable, un noviazgo que sea realmente camino de preparación para la felicidad de dos personas que se entregan el uno al otro para poder dar vida, y vida en abundancia. Señor te pedimos por los jóvenes, para que anuncien tu mensaje de amor con una vida pura y santa y cuiden la convivencia social buscando siempre el bien común así, nuestro mundo será un jardín lleno de buenos frutos que reflejan tu presencia Divina en todos nosotros. Que así sea"