Evangelio segun San Lucas 8, 4-15

viernes, 16 de septiembre de
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En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:
«Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso; y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos; y al crecer éstos los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena; crecieron y produjeron el ciento por uno». 
Dicho esto, exclamó: 
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos: 
«¿Qué significa esta parábola?» 
Y él les respondió: 
«A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás sólo les hablo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan. 
La parábola significa esto: la semilla es la Palabra de Dios; lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la Palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que al escuchar la Palabra la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. La semilla que cayó entre espinos representa a los que escuchan la Palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la Palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia.
 
Palabra de Dios
 
 

 

 


 

 

P. Gonzalo Bearzzi   Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de San Francisco

 

 


Al escuchar nuevamente este evangelio según san Lucas pensaba en esta “gran multitud” de jóvenes “de todas las ciudades” que se acerca a la Radio para escuchar y dejar que la Palabra de Jesús caiga en sus corazones: cuánta esperanza que se pone!



No podía dejar de recordar hoy a la Virgencita, la Madre Buena de la cual hacemos especial memoria y nos encomendamos cada sábado.


Lucas encabeza esta Parábola del Sembrador con una gran esperanza al comenzar con la frase: “el sembrador salió a sembrar”. Qué más importante puede ser?! La tierra es imprescindible pero más lo es la semilla: no puede haber fruto ni alimento si la semilla no es repartida y sembrada generosamente. Es Él quién reparte la Palabra de Dios con gran esperanza en nuestra tierra, en tu corazón y en el mío y en el de esta “gran multitud” que juntos recibimos su Semilla.



No podemos dejar de caer en la cuenta de los privilegiados que somos puesto que estamos entre los que “se nos ha dado conocer los misterios del Reino de Dios”.


Entre todos los terrenos que describe Lucas hoy te invito a mirar esta “tierra fértil” de la que “brotó y produjo fruto al ciento por uno”. No me imagino tierra más generosa y bien dispuesta que la de María, ni mejor ni mayor fruto que Jesús mismo.



  Ella nos mueve a “escuchar la Palabra con un corazón bien dispuesto, a retenerla y dar fruto gracias a la constancia”. María intercede por nosotros y es modelo de vida cristiana. Mujer de la constancia no se contenta solo con ‘escuchar’ sino que permanece en Cristo (Jn 15), va a Él, escucha y practica (Lc 6, 47)



Te invito a renovar tu súplica a María, que como discípulo y discípula de Jesús te animes a decirle conmigo al Señor:





  “Señor, yo quiero escuchar tu Palabra

sabes de mi corazón que no siempre es Buena tierra

pero sabes que una y otra vez vuelvo a Vos

porque confío más en tu esperanza que en mis límites.

Yo sé que la Palabra se abrirá paso en mí en este día

que irá dando frutos de buenas obras.

Te doy gracias porque me invitas a participar en tu misión 

de hacer presente tu Reino.

Confío en que tu Madre Buena me ayude,

en su testimonio y en su escucha orante 

pongo mi oración y todo este día.

Amén.

 

 

 

Oleada Joven