Juan Pablo II a los Estudiantes de la Universidad de Santo Tomas de Manila 1981
Un estudiante debe tener como programa permanente “captar la verdad”. No es tarea fácil. Requiere estudio y perseverancia. Exige generosidad y sacrificio propio. La asimilación de la verdad esta condicionada por la cultura circundante. Primero debéis hacer un examen crítico y tratar de trazaros una síntesis orgánica. Solo así estará capacitado el estudiante universitario para aportar el servicio entregado y creativo de experto que la sociedad espera de él o de ella.
No es necesario decir que la conquista de la verdad debe llevarse a cabo con pleno respeto de los puntos de vista que sean diferentes y en diálogo abierto con los demás, dialogo que en cada campo alcanza intensidad particular en la Universidad de Santo Tomás, debo hacer referencia, siquiera brevemente, a un aspecto particular del dialogo entre la Iglesia y el mundo. Me refiero al hecho de que nos capacite para “percibir con profundidad mayor cómo la fe y la razón tienden a la misma verdad, siguiendo las huellas de los Doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomas de Aquino” (Gravissimun educationis, 10).
Como jóvenes que sois, miráis al futuro, no estáis estancados en el presente. Debéis decidir en que dirección queréis ir, y después tener la mirada fija al norte: Los ideales mediocres no gustan a la gente joven. Prefieren zambullirse a fondo. Es derecho vuestro o, mejor, deber vuestro tener altas miras. Vuestras aspiraciones deben ser excelsas. Vuestros ideales deben ser altos. Esforzaos por formaros un carácter que sea fuerte, rico y coherente, que sea libre y responsable, sensible a los valores verdaderos. Un carácter que asuma la superioridad del ser sobre el tener, que aguante frente a los retos y tentaciones de la evasión, el compromiso fácil y el cálculo inhumano y egoísta.
En vuestro caminar por los senderos de la verdad, la sinceridad y la autenticidad, tenéis un modelo ideal. El modelo vuestro es Jesucristo, Cristo en su humanidad, Cristo hombre. Acoger la llamada de Cristo es camino seguro para responder a vuestra vocación de llegar a ser personas adultas, plenamente maduras. Y esta es la aspiración fundamental de todo joven digno.
Juan Pablo II