Evangelio según San Mateo 13, 31-35

lunes, 26 de julio de
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En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: "El Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas". Les dijo otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente". Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo".

Palabra de Dios


Reflexión: Monseñor Carlos Ñañez | Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

Como siempre un saludo cordial a todos los oyentes, muy especialmente a los jóvenes, y hoy vamos a asociar de un modo especialísimo a los abuelos en este saludo. Estamos celebrando el día de los abuelos, porque la Iglesia hoy recuerda a San Joaquín y Santa Ana, según la tradición, son los padres de la Virgen Santísima y entonces son los abuelos de Jesús. Un saludo cordial para todos los abuelos.
El Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús habla frecuentemente a través de parábolas, es decir, de comparaciones que ayudan a comprender su mensaje, su enseñanza. Esto de las parábolas tiene importancia en una cultura fundamentalmente oral, porque ayuda a fijar los contenidos que propone el Maestro, y también desde las comparaciones ayuda a comprender su mensaje, descubren lo que Él quiere proponer. Pero las parábolas tienen esta característica de que no revelan todo, sino como que dejan sugerencias y entonces desafían a pensar, y al mismo tiempo invitan a buscar aplicaciones.
En el caso de hoy, dos parábolas cortitas, pero riquísimas; la del grano de mostaza y la de la levadura en la masa. ¿Cuál es la enseñanza de estas dos parábolas? Que el comienzo del Reino en las sociedades, y también en los corazones de cada uno, es pequeño, es modesto, que el aporte humano es indispensable, pero siempre humilde, que el desarrollo inesperado y desproporcionado es por la vitalidad, por la fecundidad que Dios da. Entonces así, en la semilla de mostaza que es pequeñísima da lugar a un arbusto, un poquito de levadura fermenta toda la masa.
Lo pequeño que ponemos nosotros, lo mucho que hace Dios, siempre con su iniciativa, abundante, generosa, expresión de su amor. Y entonces, me parece que aquí está la invitación del Evangelio, a pedir humilde e insistentemente esta fecundidad, a esperarla pacientemente y a secundarla generosamente.
Hoy dijimos que también estábamos recordando de un modo especial a los abuelos, qué linda esta oportunidad para un reconocimiento, un agradecimiento, para expresarles no sólo nuestra gratitud, sino también nuestro cariño.
La tarea de los abuelos es sencilla, es humilde, es como el granito de mostaza, es como el poquito de levadura; pero tiene una resonancia fuerte porque los abuelos son depositarios de ternura y de sabiduría, y son dos cosas importantísimas en la vida de una persona, también de los jóvenes. Nosotros necesitamos la ternura, necesitamos la sabiduría, nuestros abuelos nos las pueden dar de manera abundante, entonces abrir nuestro corazón para recibirla y expresarles nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro cariño.
¡Feliz día queridos abuelos y abuelas! Un abrazo para todos, con mi bendición.






 

Oleada Joven