Ángelus, al final de la Eucaristía celebrada en Friburgo, Alemania
Queridos hermanos y hermanas,
Después de esta Santa Misa vamos a rezar el Ángelus. Esta plegaria nos recuerda siempre el comienzo histórico de nuestra salvación. El arcángel Gabriel presenta a la Virgen María el plan de la salvación de Dios, según el cual Ella se convertiría en la Madre del Redentor. María se turbó ante estas palabras, pero el Ángel la consoló diciendo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios”. De esta forma, María pronuncia el gran “sí”.
Este “sí” para ser sierva del Señor es la afirmación confiada al designio de Dios y a nuestra salvación. Y, finalmente, María nos dice este “sí” a nosotros, que bajo la cruz fuimos confiados como hijos suyos (cf. Jn 19, 27). Nunca pone en duda esta promesa. Por eso se le llama feliz, más aún, bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que le había dicho el Señor (cf. Lc 1, 45). Recitando ahora el Ángelus, podemos unirnos al “sí” de María y adherirnos con confianza a la belleza del plan de Dios y de la providencia que Él, en su gracia, nos ha reservado. Entonces, el amor de Dios se hará casi carne también en nuestra vida, tomará cada vez más forma. En medio de todas nuestras preocupaciones, no debemos tener miedo. Dios es bueno. Al mismo tiempo, podemos sentirnos sostenidos por la compañía de tantos fieles de todo el mundo…
Benedicto XVI