Matemos a Cristo de nuevo

miércoles, 28 de septiembre de

 

Año cero. Jerusalem. Domingo de Pascua. Una sepultura abierta. Los ancianos del Sanedrin (consejo), enfurecidos, se sienten burlados. Hablan de estafa, falsedad y engaño.

 

Aún así festejan. Ya no les molestará mas el nazareno. Ya no mas sus palabras percutaran en su mente y su conciencia. Ahora pueden disponer de su ciudad y su templo sin problemas ni críticas. Pueden seguir con sus cosas y sus negocios.

 

¡Que equivocados!. Olvidaron que Jesús les advirtió que no pasaría una generación sin que hubieran de pagar. Y así fue. En el año 70 los romanos cansados de esta gente, arrasaron la ciudad y el templo. Templo humano e imperfecto que hasta el día de hoy no fue reconstruido.

 

El otro sí. El Templo de Cristo se levantó en solo tres días.

 

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Año 2011. Al igual que antes muchos siguen hablando de engaño, estafa y falsedad.

 

Antes se llamaban Fariseos, Saduceos y gentiles. Hoy se llaman Ateos, Agnósticos e incrédulos.

 

¿Que ha cambiado en mas de 2000 años?. Nada y Todo. Ha Cristo lo matamos cada día.

 

No hace falta empuñar el martillo que empuja el clavo que traspasa la carne. Aunque hay muchos y muchas que lo reemplazaron por un escalpelo, un succionador o una pastilla.

 

No hace falta una lanza que atraviese un costado. Hay quien con pistola, cuchillo, hacha o cualquier elemento destroza una vida.

 

No hace falta una corona de espinas y un látigo que corta la piel y el musculo exponiendo el hueso. Ya nos encargamos de robar vidas, bienes y la paz de las personas.

 

Así como en el año cero, unos infames apuraban la muerte en cruz de un inocente para ir a degustar el corderito de pascua. Así hoy nos apuramos a matar hijos no nacidos, para cubrir nuestra vergüenza, nuestra falta de tiempo, nuestro desamor o simplemente nuestra conveniencia.

 

Cristo antes que nada nos regaló el derecho a la vida. Es mas, nos regalo la posibilidad de tener derecho a la vida.

 

Los contemporáneos le regalaron tortura, humillación y muerte.

 

Nosotros con nuestras actitudes indolentes, faltas de dignidad y carentes de esfuerzo, le regalamos lo mismo.

 

Hace 2000 años nos equivocamos. Hoy seguimos haciéndolo.

 

El templo humano sigue en ruinas. El muro de los lamentos, (único pedazo en pie), sigue recibiendo lamentos humanos.

 

Hoy mas que nunca muchos hablan del fin del mundo, de la inevitabilidad de los acontecimientos y miran angustiados el futuro.

 

Otros se burlan y desprecian. Hacen sus negocios y entuertos creyéndose impunes. Abrazan el mal y la maldad creyendo que cada vez les va mejor.

 

¿Es así?. ¿Ya no hay esperanzas?. ¿El mal se enseñorea y avanza sin fin?

 

Dejemos de matar a Cristo. Él nos legó vida, esperanza y una promesa.

 

Su muerte nos abrió las puertas de la vida infinita.

 

En este mundo donde nos queremos quitar el principal derecho, que es el de la vida a cambio de pequeños derechos: Al cuerpo, Al gusto propio, A las pasiones, etc. Hasta negamos un derecho extraordinario que Dios nos concede. El derecho a la vida eterna, sin límites.

 

No nos equivoquemos. La esperanza está intacta. La vida sin fin aún espera. Aún hay brazos que trabajan por amor a Cristo. Aún hay Santos varones y mujeres que entregan lo que no tienen, (dinero, tiempo, esfuerzo), por los hermanos dolientes. Aún hay sacerdotes que se arremangan y caminan. Aún nuestro santo padre se vuelve mas santo cada vez. Aún Dios nos espera y sigue brindándonos luz ante las sombras, gozo en el pesar, consuelo en la aflicción y esperanza, mucha mucha esperanza.

 

Cada día me paro frente a Cristo crucificado y pongo mi mano en hueco del clavo en sus pies y sufro con él y por él. Y él desde el madero me mira y su amor atravieza mi costado como la lanza atravesó el suyo. Y me invita. Nos invita. A crecer.

 

No nos conformemos con creer en Cristo, le creamos a él.

 

Dios los bendiga

 

Roberto Marcelo Alvarez