En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo". El les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga".
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Fernando Maletti | Obispo de la Diócesis de Bariloche
Queridos hermanos y hermanas, queridos oyentes, queridos jóvenes acabamos de leer en el capítulo 13 de San Mateo los versículos 36 al 43. Jesús acaba de explicarnos la parábola de la cizaña que unos versículos antes, fue leída y proclamada. Esta explicación que hace el Señor, la hace en clave del fin del mundo y esto es muy importante porque el Señor también nos da las claves del reino.
Es el final del evangelio que hemos escuchado, entonces los justos resplandecerán como el sol, en el reino de su Padre. ¿Qué es la justicia? Por otro lado entonces, la justicia es ser buena semilla auque estemos rodeados de cizaña. La verdadera fidelidad a Dios, a la vida, al otro, será precisamente en la perseverancia en el bien, como la buena semilla que crece junto con la cizaña y que espera que a su tiempo, una cosa se separe de la otra.
A veces también en la vida, tenemos que saber esperar, en esa difícil y en ese delicado equilibrio de la convivencia cotidiana, que la cizaña y el trigo crezcan juntos.
Yo quisiera que nos comprometamos a hacer buen trigo, para que el Señor, en la época de la cosecha, pueda también cosechar la realidad de que hemos sabido anotarnos en su providencia divina, poniendo el toque, poniendo la capacidad de nuestra previsión humana.
Esa es la clave de la realización de la felicidad, del buen trigo, que crece con la cizaña. Y en el fin del mundo, como dice el Señor, usando sus palabras, nos van a juzgar en el amor.
Les deseo todo bien, pido para todos ustedes una abundante bendición y que el Señor los acompañe siempre.