Evangelio segun San Mateo 13, 44-46

martes, 27 de julio de
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“En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.”

Palabra de Dios


Reflexión: Monseñor Santiago Olivera | Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje

 
Hoy leemos las parábolas del tesoro y las perlas, que son exclusivas de San Mateo y ambas partes hablan de las experiencia de cuentos orientales que a falta de bancos y cajas fuertes esconden las joyas y las cosas de gran valor bajo tierra. Estas parábolas que escuchamos es una invitación a hacer la experiencia de desprendernos de todo por el Señor y a descubrir el gozo de poseerlo.
 
Las dos nos muestran una clave frente al contrado, ósea se es capaz entonces de vender todo… y todo puede ser cambiado o puede ser dejado por este valioso tesoro que se encontró. Este tesoro encontrado nos hace desbordar de alegría y hace olvidarnos de aquellas renuncias, porque cuando uno encuentra verdaderamente el tesoro no se da cuenta de las cosas que deja  justamente para adquirirlo y para permanecer con Él. Son sencillas y profundas comparaciones pero que nos enseñan a profundizar todo lo que tenemos que dejar realmente por este Señor que es toda nuestra vida.
 
Yo pensaba en estos días en que leía este texto y quería compartir con ustedes, que los Obispos de América latina en Aparecida, y el Papa también en Aparecida,  nos habla de una fe y un encuentro con Jesús que nos produce muchísima alegría. Si uno lee los números 17,18, de Aparecida dice “Nuestra alegría se basa en el Amor del Padre” nuestra alegría se basa en nuestro gozo profundo, conocer a Jesucristo , seguirlo ir a anunciarlo a los otros. Ir al encuentro con Cristo, que es el encuentro del tesoro, lo que quiere decirnos el Evangelio, expresa la alegría de ser seguidor de Jesús y como decía antes, lo que se deja no se tiene en cuenta.  Yo cuando el Señor me llamó al sacerdocio y sentí en mi corazón que me llamaba a dejarlo todo, realmente la gracia y la alegría del encuentro fue la invitación y la mirada de Jesús, no me hacia pensar lo que uno era, como cuando uno realmente se enamora.  Así debemos vivir nuestra fe, es dejarnos encontrar por Jesús y debemos buscarlo a Jesús y todo lo otro, cuando realmente encontramos  el sumo bien o mayor bien, todo se hace relativo por eso puede ser vendido o dejado. 
 
Vamos a pedirle también entonces al Señor vivir la alegría del encuentro, el gozo de sabernos mirados con amor y vaciarnos de todo lo que no sea Dios, ósea dejar todo por el autentico tesoro. Que este esconder para comprar, sea cambiar y dejar atras todo lo que verdaderamente no tiene valor en nuestras vidas.

 

Oleada Joven