En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?".Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Marcelino Palentini| Obispo de la Diócesis de Jujuy
Queridos jóvenes, el Evangelio de hoy sintéticamente nos presenta una escena muy curiosa que nos puede llamar la atención, en el mismo pueblo de Nazareth Jesús se encuentra con sus amigos -los amigos de siempre, los amigos de la infancia- que quedan asombrados por las obras que él hacía y por lo que escuchaban de los otros lugares donde Jesús habías estado y se hacen la pregunta ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿De dónde le vendrá toda esa sabiduría y el poder de hacer milagros?. Cuántas veces el joven y el adolescente dice que nadie lo entiende. A Jesús parece que tampoco lo entendían ¿no? Nos parece que es tan claro lo que somos, lo que queremos, lo que hacemos y no nos entienden .
Jesús -hijo del carpintero y de María, una mujer sencilla del pueblo- hace maravillas en todos los lugares donde pasaba y también quería hacerlo en su pueblo de Nazareth, pero no lo entiende, les parece imposible que un pobre artesano sea instrumento de Dios para hacer milagros, menos todavía lo pueden entender como el hijo de Dios que vive en medio de ellos, no pueden entender porque tropieza con la humildad y sencillez de un artesano que creen conocer bien; porque esperan que Dios actúe desde el poder, lo sensacional, lo llamativo, lo extraordinario.
Cuántas veces nos equivocamos, pensamos que Dios solamente actúa desde lo llamativo, lo extraordinario y no, Dios actúa desde lo sencillo; desde una mujer del pueblo, desconocida; desde el hijo del carpintero y actuó hoy también desde los pobres, "los pobres nos evangelizan" decimos, y no es una frase bonita, los pobres son el signo de Dios en nuestra vida para anunciarnos que Dios tiene otros parámetros, no sigue la lógica del poder y la apariencia; los pobres pueden convertirse en el sacramento de conversión y de encuentro con el Dios vivo, también el joven que no tiene seguridad en sí mismo, que cree que vale poco, si se abre a la acción de Dios es un instrumento de anuncio y de esperanza para un mundo nuevo. Por eso, nadie puede decir: "Yo no sirvo, yo no valgo" por pobres que seamos, por poco conocimiento que tengamos; en la mano de Dios y por acción del Espíritu podemos hacer maravillas. Y no importa que los demás entiendan, no cambia nuestra realidad, Jesús no deja de ser el hijo de Dios porque sus coetáneos, sus amigos, no lo entendían; tampoco vale para nosotros, todos valemos por lo que somos y porque Dios sabe quiénes somos y para qué estamos en este mundo.
Por eso los invito a concluir esta breve reflexión con esta oración que quiero compartir con ustedes:
Señor, ayuda a cada joven para que anuncie el amor de Dios en las circunstancias sencillas de cada día, que sea Profeta del amor con sus compañeros y amigos, que contagie confianza en Dios, que se prepare para ser constructor de una sociedad nueva donde no se mira la apariencia, donde no pensamos saberlo todo sino donde nos preocupamos por hacer el bien y recibir un mensaje de amor de los sencillos y humildes que hablan en nombre de Dios. Que cada joven sencillo y humilde también hablándonos en nombre de Dios nos ayude a crecer en amor. Que así sea.
¡Será hasta la próxima si Dios quiere!