Si me invitas, yo quiero ir… Señor
Porque necesito disfrutar y sentir,
aun en medio de tantas dificultades y penas,
un momento de dicha y de fiesta,
de alegría y de amistad,
de plenitud, paz y reconciliación
conmigo mismo.
Si me invitas, yo quiero ir… Señor.
Pero bañado con el traje del amor,
inundado con la fuerza de tu presencia,
calzado con el espíritu de las bienaventuranzas.
¿Me dejarás compartir tu mesa, Señor?
Es tanto lo que me falta para ser un perfecto invitado.
Digo amor, y mis obras se quedan en un vacío pregón.
Pretendo la justicia, y me busco a mí mismo.
Añoro un mundo nuevo, y lo pienso sin Ti.
Trabajo por sobrevivir, y no siempre
lo hago mirando al cielo.
¿Aún sigues empeñado en invitarme, Señor?
Haz que, tu convite, llegué al lugar
donde yo pueda responder.
A mi corazón, para que sólo sea para Ti.
A mi alma, para que sienta que vives en mí.
A mi caminar, para que no me sienta solo ni desamparado.
A mi trabajo, para que mis ocupaciones no me alejen de TI.
Haz que, mis palabras, suenen a fiesta de fe.
Haz que, mis pasos, no se alejen de tus caminos.
Haz que, mi semblante, sea agradecido
por la fiesta convocada.
Contigo, aquí en la tierra, y un día… ojalá en el cielo.
Contigo, aquí en el dolor, y un día… en el gozo eterno.
Contigo, aquí en las dudas, y un día…
en la gran verdad que me espera.
Contigo, aquí en las sombras, y un día…
ante el rostro del Padre.
Amén.
P. Javier Leoz