Don Bosco y los niños: palabrita al oído

lunes, 10 de octubre de

A veces Don Bosco daba un aviso a un jovencito y, volviéndose de repente a otro, decía: ¿Has entendido? Sucedía en ocasiones que uno se le acercaba para besarle la mano y él agarraba la del muchacho y sin soltarla decía:

 

-Vete, vete a jugar.

 

Y seguía hablando con los que le rodeaban; volvíase de nuevo al pequeño prisionero y repetía:

 

-Vete; ¿qué haces aquí?

 

-¡Pero, si usted no me suelta!

 

Don Bosco sonreía, seguía reteniéndolo, conversando y después:

 

-Ea, vete, vete, ¿todavía estás aquí?

 

El chico también sonreía y entonces don Bosco le soltaba y le dejaba ir a correr y saltar.

 

Empleaba estas maneras especialmente con los que al parecer andaban algo apartados de él.

 

A los que veía silenciosos y pensativos, sospechando que rumiaban algún pensamiento de murmuración, les preguntaba de repente:

 

-¿Qué dices?

 

-¿Yo? Nada

 

-Creía que habías hablado.

 

De este modo les sorprendía y desvanecía su imaginación. Todas estas frases y maneras acababan generalmente con una palabra confidencial que los chicos llamaban: la palabrita al oído. Pero, ¿en qué consistía esta palabra?

Era algo así como el eco de la palabra de Dios: viva, y eficaz, y más cortante que espada de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón.



Fuente: http://www.boletinsalesiano.info

 

 

Oleada Joven