Evangelio segun San Mateo 14, 13-21

domingo, 1 de agosto de
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En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos."Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Como siempre un saludo cordial para todos los oyentes, particularmente para los jóvenes
 
Palabra de Dios

 
Reflexión: Monseñor Carlos Ñañez | Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba
 
 
En el Evangelio que la Iglesia nos propone hoy vemos a Jesús, que después del martirio de Juan el Bautista, se aleja hacia un lugar retirado; la muchedumbre lo sigue, y lo sigue con sus necesidades. Cuando se encuentran, la muchedumbre con Jesús, el Señor se compadece de esa gente que anda tras Él, y desde su compasión actúa, actúa curando especialmente a los enfermos.
 
Los discípulos que están junto a Jesús perciben una necesidad; va atardeciendo, el día cae, la gente tiene hambre y ellos proponen una solución al Señor, que los despida para que vayan a buscar alimentos en los lugares vecinos, pero como sin involucrarse. Jesús, en cambio, los involucra a ellos, dice “Denles ustedes de comer”. Y en ese involucrarlos les está invitando, quiere que ellos vean, descubran los dones que tienen; y en realidad los discípulos tienen muy pocas cosas, casi nada, cinco panes y dos pescados. Pero Jesús acepta eso poco que tienen los discípulos que le pueden aportar desde lo que a lo mejor alguien tenía. Y recibiéndolo Jesús, lo multiplica, y entonces aparece una comida abundante, porque sacia el hambre de la multitud, e incluso sobra, sobran pedazos que se recogen en algunas canastas; como diciendo bueno el alimento fue sobreabundante, colmó las expectativas y además sigue estando a disposición.
 
Me parece que las enseñanzas de esta escena para nosotros son, en primer lugar, que Jesús nos invita a compadecernos de las necesidades de nuestros semejantes. Un poquito como también sucedió con el episodio del buen samaritano, que actúa luego de que se compadeció; antes habían pasado junto al herido un sacerdote, un levita, lo habían visto, pero habían seguido de largo; el buen samaritano, en cambio, lo vio, se compadeció y se acercó a socorrer al hombre que estaba herido y tirado en el camino.
 
Entonces, el Señor nos invita a tener esa actitud de compasión que nos mueve a actuar, nos mueve a aproximarnos a las necesidades de los demás y a involucrarnos, para, en la medida de nuestras posibilidades, socorrer a quien lo necesita; y al hacerlo nos invita el Señor a descubrir los dones que tenemos. San Agustín decía en una oportunidad “Nadie es tan pobre que no tenga algo para dar”, aunque más no sea una sonrisa, aunque más no sea un apretón de manos. El Señor nos invita a descubrir lo que tenemos y a aportar eso que tenemos en la confianza de que Él se servirá de esos dones, los multiplicará y los hará fecundos; esta me parece que es una de las enseñanzas.
 
Otra cosa que nosotros podemos sacar de este Evangelio es que en la multiplicación de los panes que Jesús realiza está de alguna manera insinuado y prometido otro alimento; un alimento importante en nuestra vida como discípulos de Jesús, un alimento que colma las expectativas del corazón, un alimento que sacia. Es la Eucaristía, que nos permite encontrarnos con el mismo Jesús, porque sabemos que en el Pan Consagrado ya no hay más pan, sino que está el mismo Jesús, con su cuerpo, con su sangre, con su alma, con su divinidad. Entonces la Eucaristía es un alimento que no solamente nos sacia, sino que nos permite encontrarnos con el mismo Jesús, con alguien que vive y que siempre está disponible. Las canastas que sobraron con el pan que Jesús multiplicó nos están diciendo que la Eucaristía es un alimento que siempre está disponible.
 
Qué bueno, qué lindo que nosotros tengamos en nuestro corazón el deseo de acercarnos, de tener el ansia de recibirlo con un corazón bien dispuesto. Queridos hermanos y hermanas, yo los invito a que todos crezcamos en el deseo de ese alimento y lo recibamos con un corazón bien preparado.
Hasta pronto y con mi bendición.

 

 

Oleada Joven