Evangelio según San Lucas 13, 31-35

miércoles, 26 de octubre de
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En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:
«Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte».
El les contestó:
«Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones hoy y mañana, y que al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y pasado tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido! Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada.
Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!»

 

Palabra de Dios

 

 


P. Luis Cruz Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Santiago del Estero

Este jueves en el Evangelio de San Lucas, Jesús nos habla con una claridad tan importante, especialmente cuando es cuestionado o le piden que se vaya porque Herodes quiere matarlo.

 

Hay una frase que él mismo va a remarcar, que va a decir: Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los enviados. Él va a hablar y va a pedir también una renovación, incluso después en los Evangelios va a empezar a hablar de una Nueva Jerusalén, donde no mate a los profetas sino lo contrario, pueda escuchar el mensaje de profecía que le vienen trayendo o el tema de recibir a los enviados, la Nueva Jerusalén, la Jerusalén celestial donde Dios se hace presente y el Reino de Dios es más vigente que nunca.

 

Que bueno es especialmente esa frase de Jesús: Jerusalén, Jerusalén que matas a los profetas y apedreas a los enviados. Nosotros hoy nos planteamos cuales son las cosas que matan o apedrean aquellas personas que Jesús sigue enviando hoy, nosotros debemos pensar, imaginarnos, hacer visibles tantas situaciones que muchas veces rechazan y dan muerte a personas concretas que llevan el Evangelio de Dios y donde la Iglesia los reconoce como grandes mártires y donde nosotros debemos hacer presente más que nunca esa Jerusalén celestial donde el Reino de Dios y el Mensaje de Dios se hace presente en cada uno de nosotros.

 

Después el Evangelio finaliza con algo muy interesante, donde Jesús mismo va a decir: recibir al Hijo de Dios, hacerlo presente en el corazón de cada uno, donde el Evangelio también remarca esta palabra : Bendito el que viene en el nombre de Dios, bendito el Hijo de Dios, el profeta, el enviado, el Salvador, donde nosotros también lo debemos hacer presente desde la bienvenida a aquello que Jesús envía y donde él mismo se hace presente en cada uno de nosotros. Por eso, creo que como jóvenes debemos reconocer cuales son las cosas que muchas veces pensamos que dan muerte a ésta propuesta de Jesús, pero sin embargo sigue más vigente que nunca. Ojala que nosotros podamos hacer vigente la Nueva Jerusalén, esa Jerusalén donde se muestra el amor, la propuesta de Dios, donde se muestra esa solidaridad, esa unidad.

 

Por eso en este Jueves, este gran compromiso que podemos asumir especialmente en este mes tan importante de las misiones, que nosotros podamos sentirnos enviados por este Jesús, podamos ser los grande profetas, anunciadores del Reino y donde se pueda denunciar aquellas cosas que no hacen bien a la humanidad, especialmente aquellas leyes que se quieren aprobar para que nosotros podamos defender la vida y la vida en abundancia, especialmente de aquellos que no tienen voz.

 

Que seamos profetas y nos podamos sentir enviados en el mes misionero por Jesús para que nosotros podamos decir: bendito el que viene en nombre del Señor, Hosanna al Hijo de David, lo podamos recibir en nuestros corazones y que los demás también lo puedan recibir en sus interiores.

 

María Nuestra Madre, especialmente Nuestra Señora de Luján nos acompañe para que nosotros también podamos imitar todo lo que ella hizo y podamos también exclamar lo que ella expresó en la visita a su prima Santa Isabel en el Magnificat. Que podamos  sentirnos enviados como ella se sintió y lo cumplió hasta el final.

 

Oleada Joven