El amor siempre está inquieto: no porque dude del amor de la persona amada, sino porque siente la responsabilidad de enriquecerse uno a otro con nuevos descubrimientos, inspiraciones, transformaciones de las que a veces ni se daría cuenta. Esa inquietud es por sí misma una fuente de felicidad.
El amor humano es limitado a un solo grupo de personas.
El amor espiritual abarca a todos.
El amor humano retribuye otro amor.
El amor espiritual toma la iniciativa.
El amor humano trata de atraer a los otros hacia uno mismo.
El amor espiritual une a los demás.
El amor humano tiene que ver sólo con lo que concierne al hombre.
El amor espiritual transforma completamente la humanidad.
Si cambia el hombre, cambian la sociedad, el derecho, las relaciones entre los pueblos. Es una renovación total.
Fuente: "¡Espera en Dios!", Van Thuan, Editorial Ciudad Nueva