No prometo, hijo…

jueves, 3 de noviembre de

 No prometo, hijo, impedir que tropieces ni estar pegado a ti para 

asirte en la caída; te estorbaría mi excesiva protección y te haría 

extremadamente dependiente… pero prometo estar ahí para curar tus 

raspones. 

 

No prometo, hijo, heredarte mi experiencia; no podría ser tuya. 

Tendrás que adquirirla en carne propia… pero prometo estar 

disponible cuando solicites consejo. 

 

No prometo, hijo, solucionar tus problemas; aunque lo haría todo por 

ti, la solución suele estar en tus manos y no en las mías… pero 

prometo ayudarte en lo posible y escucharte cuando quieras 

desahogarte. 

 

No prometo, hijo, evitarte sufrimientos; no puedo cegarte a la 

realidad y a veces sufrir es necesario para aprender a ser fuerte… 

pero prometo ofrecerte mi hombro cuando necesites consuelo. 

 

No prometo, hijo, darte todo lo que quieras; en todo caso, es mejor 

que aprendas a dar, los caprichos y las modas no son tan importantes, 

pues se olvidan en cuanto se consiguen… pero prometo hacer mi mayor 

esfuerzo para darte lo necesario. 

 

No prometo, hijo, que serás tú el centro de atención; necesito 

atender también otros asuntos por tu bienestar y el de toda la 

familia… pero prometo no descuidarte y dedicar un tiempo especial 

sólo para ti. 

 

No prometo, hijo, caerte bien en todo momento, a veces no te gustará 

lo que yo diga o haga, pues tengo la obligación de guiarte por el 

camino correcto… pero prometo no maltratarte ni humillarte cuando 

te corrija. 

 

No prometo, hijo, que serás un niño mimado; a la larga te haría mucho 

daño… pero prometo que serás un niño querido. 

 

No prometo, hijo, estar a tu lado siempre; soy mortal como cualquier 

ser humano… pero prometo enseñarte que existe un Padre que sí es 

eterno, a quien podrás acudir siempre que quieras. 

 

No prometo, hijo, ser un padre perfecto; sólo existe uno y no puedo 

siquiera compararme con él… pero prometo poner todo mi amor en el 

intento.

 

Ingrid Ciccioli