Evangelio segun San Lucas 18, 35-43

viernes, 11 de noviembre de
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En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le explicaron que era Jesús el Nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»  El le contestó: «Señor, que vea». Jesús le dijo: «Recobra la vista; tu fe te ha curado».
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Palabra de Dios

 


De nuestra redacción



El evangelio que la liturgia nos presenta hoy, es uno de los más tiernos. Jesús que al oir el clamor del ciego, pide que se lo acerquen y no sólo le regala la sanidad, sino que antes le pregunta qué es lo que quiere. Jesús interviene, pero después de haber escuchado a la persona.

Muchas veces nosotros somos como este ciego… estamos al costado del camino, creemos que lo nuestro (sea lo que sea) no tiene solución, y ahi estamos, sentados al borde, estando… sin mucho que esperar.  Pero también hay momentos en los que nos sale de adentro el deseo de gritar eso que nos pasa, eso que queremos que sea diferente. Muchas veces aparecen "otros", como en el evangelio son los discípulos, que nos callan: "no tiene sentido", "siempre va a ser igual", "para qué seguir luchando". Muchas veces estos, no es otro que nosotros mismos que nos autoboicoteamos. Pero ahí está el Señor que escucha los clamores de nuestro corazón, incluso más allá de que otros o nosotros mismos intentemos callarlo. La Palabra nos dice que el Espíritu Santo ora al Padre dentro nuestro con gemidos inefables.

Él siempre nos sale al encuentro, y nos pregunta qué necesitamos. En realidad Él ya sabe lo que de verdad necesitamos, pero igual quiere que el pedido salga de nosotros mismos… que hagamos el ejercicio de pedirle y a la vez confiar en que de verdad Él puede concedernosló. 

Las grandes decisiónes de nuestras vidas se cocinan en la oración, se forjan y toman forma en ese lugar de encuentro entre los deseos de Jesús y los nuestros. Linda invitación la de este lunes de poner en las manos del Señor todos los gritos que hay en nuestro corazón, nuestros reclamos, deseos, intenciones… y confiar, en que ahí está Él para recobrarnos la vista, la claridad de pensamiento y de corazón para ir detrás de Él.

¡Que tengas un lindo lunes! 

 

Oleada Joven