Evangelio segun San Lucas 5,17-26

jueves, 1 de diciembre de
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Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.

Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados están perdonados."

Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: "¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?" Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: "¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa." Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.

Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: "Hoy hemos visto cosas admirables."



Palabra de Dios




Pbro. Maximiliano Turri

 

 El evangelio de hoy, es uno de esos tantos textos en los que no nos alcanzará la vida para encontrar la profundidad que la escena trasmite. La figura de Jesús predicando y la casa llena, entrar por el techo y las palabras dichas al paralítico, son elementos que nos permitirán contemplar este relato y sentirnos más que identificados.

 

Lo primero que podemos descubrir es el amor. Amor que atrae a todos hacia el centro de la casa y del cual Jesucristo es la máxima expresión. Amor por el paralitico que mueve a estas personas a llevarlo de la manera más extraña; haciendo un agujero por el techo. El amor es fundamento para abrirse camino. El amor genera caminos nuevos; donde otros ven obstáculos, el que ama se abre nuevos senderos. Aunque se equivoque, pero se anima. No se queda en reclamos estériles.

 

Por otro lado aparece lo que podríamos decir “descuelgue”. Ya que lo que hacen estas personas es más que desubicado. Ellos cometen un acto que roza lo insensato. Romper el techo para bajarlo y colocarlo frente a Jesús, es un acto que no puede dejar de ser extraño, al menos. Pero ese “descuelgue” permitió que abandone su parálisis. El gesto de saberse desubicados hizo que el resultado sea el buscado, aunque hayan roto los parámetros normales. Entonces nosotros si tenemos que preguntarnos: ¿Cuántos gestos de amor dejamos de hacer para que no quedemos como desubicados? ¿Cuántas parálisis heredamos porque “no queda bien hacerlo”? ¿Cuántos gestos, son primero medidos para ver todas las consecuencias, en vez de hacerlo por la pura gratuidad del amor?

 

Por último el diálogo entre Jesús y el paralitico. El enfermo se había dejado llevar, había aprendido que la enfermedad es una escuela. Que nos hace crecer en la humildad, ya que dependemos de otros que hagan las actividades más simples y esenciales como es caminar, llevarnos de un lado al otro.

 

La escena del evangelio de hoy es una verdadera escuela. Escuela donde los gestos y las palabras se entrelazan y nos permiten acercarnos al misterio del amor, que en Jesucristo revela todo su esplendor con esas palabras liberadoras: “Hombre, tus pecados te son perdonados”

 

Que tengas un hermoso día, que Dios te bendiga y que tengas una santa preparación para la Navidad.   

 

Oleada Joven