Evangelio segun San Lucas 1,39-45

jueves, 1 de diciembre de
image_pdfimage_print

 Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."



Palabra de Dios




Pbro. Maximiliano Turri

 

 

 

“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu vida y tu salud? ¿No estás en mi regazo? No te apene ni te inquiete otra cosa” le dijo la Virgen a Juan Diego en la cuarta aparición de la que conocemos como la Virgen de Guadalupe, Reina de México y emperatriz de América. Hoy es un día para reconocernos privilegiados, porque la Madre del Señor ha depositado sus ojos y su corazón en lo más humilde de sus hijos. En un hijo de esta tierra bendecida por Dios y que ha dado tantos frutos de santidad.

La presencia y la devoción a la Madre del Señor es una categoría propia del continente americano. Nos une la misma devoción, el mismo amor a la Madre de todos. Las distintas advocaciones (o sea, modos en que la llamamos) son reflejo de que entendemos nuestra fe desde el amor de madre hacia sus nosotros, sus hijos. Vivimos esta relación desde el comienzo del acercamiento al Dios hecho hombre, al Dios que compartió nuestras realidades cotidianas. Es por eso que en el rostro materno de la Virgen descubrimos la ternura de Dios que nos ama con amor de Madre.

 

La expresión del evangelio de hoy en los labios de María: “en adelante todas las generaciones me llamarán feliz” es fiel reflejo de una verdad. Nosotros la llamamos bienaventurada, feliz, dichosa y llena de Gracia. Nosotros cumplimos con sus palabras. Nosotros la llamamos como Ella dijo iba a ser. La felicidad de María se fundamenta en el amor de Dios del cual ella es reflejo, en el cual Ella se sostuvo y es el que le permitió estar de pie ante la cruz y acompañar el camino de la Iglesia. Iglesia que hoy, en toda América la celebra como su Patrona y Señora, como su Madre y Reina.

 

Las palabras dichas a Juan Diego tienen tanto para recordarnos a nosotros. Que nos recuerde su Maternidad diciéndonos que es nuestra Madre. Sentirnos en su regazo no es más ni menos que volver a la niñez y sabernos así, niños frágiles y necesitados de alguien que nos sostenga. Y por último las palabras que nos vienen muy bien en estos tiempos: “No te apene ni te inquiete otra cosa” Quien tiene a Dios como su Señor, quién se sabe amado por Él, quién se sabe de tal forma acompañado por el amor materno de la Virgen, sabe que no hay nada porque inquietarse, porque se sabe en las manos del Padre. Que nada malo le pasará. Sabe y pone todo en sus manos, desde el momento en el que reza y pide a Dios la luz para tomar las decisiones, desde el momento en el que enfrenta lo que cada día le toca andar, desde que se acuesta a la noche y se confía a la misericordia Divina.

 

Celebrar a la Virgen de Guadalupe es recordarnos que Dios se nos hizo tan cercano que la Madre del Señor se apareció en nuestra tierra, se apareció a lo más débil, a lo que menos valía a los ojos humanos. ¿Cuántas veces nos sentimos así? ¿Que hasta Dios se olvidó de nosotros? Bueno, hoy es un día para confirmar que eso no es cierto. Que Dios se nos hizo tan cercano a nuestras vidas y eso por eso que comparte conmigo cada momento, cada situación. Que nos podamos sentir, vos y yo, así; que Dios está tan cerca, que en su Madre lo podemos sentir.

 

Que tengas un hermoso día, que la Virgen de Guadalupe te haga sentir el amor de su Hijo.

 

 

 

 

Oleada Joven