Evangelio según San Mateo 9, 35-10, 1.6-8

jueves, 1 de diciembre de
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En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.” Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

A estos doce los envió con estas instrucciones: “Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.”

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Guillermo Feldmann Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Quilmes


 

Cuando terminaba de meditar este Evangelio me latía con fuerza en el corazón la invitación que tantas veces Jesús hizo a sus discípulos: “Ven, y sígueme”. Esta invitación sigue tan en pie como en aquella época, hoy Jesús nos vuelve a susurrar a nuestro oído y en lo profundo de nuestro corazón, “vení y seguime”; vení y seguime que te necesito porque la cosecha es abundante, y los trabajadores son pocos. Frente a esta invitación me preguntaba qué podemos dar para ayudar o en qué nos puede necesitar Jesús, teniendo en cuenta la exhortación con la que termina hoy el Evangelio: “Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”.


Creo que todo lo que hemos recibido de Dios, desde su gran amor y generosidad, y me refiero a los dones, a los talentos, a los carismas y hasta la propia vida, son para ponerlos al servicio de los demás. Y si somos capaces de hacer todo lo que Jesús nos diga nos convertiremos en canal de bendición de Dios, a favor de tantos hermanos que aún no conocen que hay un Dios capaz de hacer nuevas todas las cosas, que hay un Dios capaz de romper cadenas, que hay un Dios que puede sanar nuestras heridas y curar nuestras dolencias.

 

Este llamado que Jesús nos hace es urgente, y no se puede posponer, quizás sea tiempo de que nos preguntemos o que te preguntes: si Dios te ha bendecido con toda clase de bienes espirituales y terrenales, ¿qué estás dispuesto a ofrecer?, ¿qué cosas darías de tu vida para que el reino de Dios se haga presente en medio de nosotros?


No te olvides nunca de estas palabras que Jesús también un día nos enseñó: “El que quiera salvar su vida la perderá, quien la pierda por mí y por la Buena Noticia la salvará”.

 

Que tengas un día lleno de bendición, y la luz de Jesús siempre te acompañe. Amén.

 

 

Oleada Joven