Que me falta aún perdonar una ofensa
El Dios en quien yo creo me crea y nos recrea y también nos inventa de nuevo cada día y siente y se estremece con el dolor del pueblo y canta y gime y grita en mil voces hermanas,
Hoy también surgen gritos de angustia y de reclamo y el viento de la tarde me trae sus gemidos y de nuevo mi Dios, acongojado, ha encendido en mil pechos una braza que arde.
El Dios en quien yo creo, cual paciente alfarero, de la aurora a la tarde se entrega a su criatura,
El Dios en quien yo creo, es fuego que reclama, espada que penetra más profunda y punzante, que aunque dulce en los labios, amarga las entrañas invitando a entregarse a tiempo y a destiempo.
Fuente: autorescatolicos.org – Judith Bautista Fajardo