El Dios en Quien yo creo

lunes, 5 de diciembre de
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El Dios en quien yo creo 
es quien me da motivos para dar cada paso.
El Dios que me susurra, que aún no he terminado
que me falta un poema, una canción acaso,

que me falta quizás una sonrisa firme,
una mano dispuesta y una palabra amable. 

Que me falta aún perdonar una ofensa
recorrer otra milla y compartir mi manta.
Que aún me falta crear, inventar otros mundos,
mas sencillos talvez, más nobles y sinceros. 

El Dios en quien yo creo me crea y nos recrea
y también nos inventa de nuevo cada día
y siente y se estremece con el dolor del pueblo
y canta y gime y grita en mil voces hermanas,

acaso desterradas al borde del camino. 

Hoy también surgen gritos de angustia y de reclamo
y el viento de la tarde me trae sus gemidos
y de nuevo mi Dios, acongojado, 
ha encendido en mil pechos una braza que arde. 

El Dios en quien yo creo, cual paciente alfarero,
de la aurora a la tarde se entrega a su criatura, 

y celebra sus fiestas y llora sus dolores
con el corazón puesto en la obra de sus manos. 

El Dios en quien yo creo, es fuego que reclama,
espada que penetra más profunda y punzante,
que aunque dulce en los labios, amarga las entrañas
invitando a entregarse a tiempo y a destiempo. 


El Dios en quien yo creo, como madre amorosa,
acuna a sus pequeños con dolores de parto. 
Y con ellos se pone cada día en camino, 
tras la vida abundante que proclama su Reino.

 

 

 

 

Fuente: autorescatolicos.org – Judith Bautista Fajardo

 

 

Oleada Joven