El camino de los pastores es el camino de la Sencillez. Y es a los sencillos a quienes Dios se revela.
Los pastores, tienen la sencillez de aquellos que aprenden de la vida, contemplándola. Su vida la entienden como una partecita de esa enorme creación de Dios, con la cual conviven cotidianamente en total pobreza.
Mirada de un modo superficial, esta pobreza es fruto de lo que otros le dejaron. Mas, vista de un modo más profundo, es lo que Dios mismo reservó para ellos. Así es como entienden su vida, y así también como la celebran; con sencillez.
Para ellos, el signo tan simple como grandioso de un niño recién nacido envuelto en pañales, es suficiente para llenarse de alegría. Para entender que el nacimiento del Salvador, la llegada de su Salvación, no es un dato fantasioso de su imaginación, sino un hecho real.
Su camino es para nosotros, otro de los posibles caminos a recorrer en Adviento: el desafío de la sencillez. Sencillez para leer las cosas de un modo simple, sin segundas lecturas, que enredan y retuercen la comprensión de las cosas.
Simplicidad para no ir detrás de signos, que de tan complicados, parecen jeroglíficos.
Sencillez para celebrar la grandeza de las cosas pequeñas de todos los días.
Sencillez para alegrarse de que Dios se nos revele precisamente por ser rudos, ignorantes, torpes, cortos, y no, por nuestra supuesta capacidad.
Simplicidad para sintonizar con el corazón de Dios que es sin doblez. Sin dobles mensajes, sin dobles intenciones, sin dobles discursos.
Quien viva así su Adviento, se encontrará a sí mismo, alabando y dando gracias a Dios por haber visto un niño en pañales, una familia en su mesa, un joven en su lucha, un anciano en su oración, un pobre en su esperanza.
Javier Albisu sj
Fuente: javieralbisusj.wordpress.com