Anhelo, sed, expectación. Eso es lo que me invade en este tiempo.
Si bien me siento cansado por todo el año caminado,
siento que es el tiempo para los grandes sueños.
Es tiempo de nuevo para alzar la cabeza,
mirar a lo lejos, bien fuera y bien dentro.
Quiero Señor que resuene como una promesa
tu grito que atraviesa el tiempo para decirme:
“Se acerca tú liberación”. Te espero con ganas, con deseo.
Espero, pero no sentado, sino muy vivo.
Miro alrededor. Sigo buscando…
el bien para nosotros y para otros. Deseo escuchar tu palabra y
las palabras de quienes están cerca. Espero, sin desesperar,
consciente de que estás cerca, de que hay que aprender a descubrirte. Con la ilusión renacida
de quien escucha otra vez un anuncio deseado. Te necesito, y por eso ahí va mi grito,
mi plegaria, mi canto: “Vení”.
Vení con tu amor, con tus motivos,
con tu presencia una vez más
para llenar mi horizonte. Vení con tu palabra
que pone sentido en el día a día. Quizás te nos harás un poco más visible.
Vencerá el perdón… Resonará muy dentro una canción
que ha de despertar oleadas de alegría. Vení Señor, te espero,
vení a vencer mi miedo a vivir. Vení con tu abrazo de hogar,
habitando mi oración. Vení con tu maravillosa novedad sobre mi corazón
para volver a experimentar el gozo de saber
que en realidad ya llegaste,
y estás aquí, en mi todo.
Amén