Miércoles 17 de Junio del 2020 – Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18

martes, 16 de junio de
image_pdfimage_print

Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Palabra de Dios

 

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

En la Palabra de vamos compartiendo en estos días parece que el Señor nos está metiendo el dedo en la llaga, pero no. Él quiere que amemos más y mejor, que tengamos sus mismos sentimientos. Porque esa es la clave de la santidad: no buscar el “ojo por ojo, diente por diente”, amar a los enemigos, orar por los que nos persiguen. Y lo de hoy, Mateo 6,1-6.16-18, no se queda atrás. Jesús dice: no hagas las cosas para que te vean y reconozcan los demás, hacé todo por amor a Dios. Tené pureza en la intención porque el Padre ve el corazón.

Linda la sugerencia que nos deja el Evangelio: no actuar para aparentar. Yo creo que a veces vos y yo podemos caer en esta tentación. Qué bueno sería hoy que podamos mirar las cosas de otra manera, mirar hacia adentro, discernir, ver y ajustar nuestras propias tuercas con la ayuda de Dios. Él nos brinda la oportunidad de cambiar, de crecer y de mejorar. Porque, como decía el evangelio de ayer: estamos llamados a ser perfectos, como nuestro Padre del cielo es perfecto.

El Señor nos presenta tres ámbitos de discernimiento y es muy concreto en los consejos que da: la limosna, la oración y el ayuno. Son las mismas actitudes que compartíamos allá por el comienzo de la cuaresma, el miércoles de cenizas. Bueno, no estamos en cuaresma, pero, casi llegando a mitad de año. ¿Cómo fuiste viviendo estas cosas en este tiempo de cuarentena?

La limosna, la oración y el ayuno, más que acciones, son actitudes de vida para siempre amar más y mejor. Son actitudes que después se materializan, pero que tienen que partir de lo más profundo de nuestro ser, desde la generosidad:

La limosna, porque si no sos generoso con los demás, terminás siendo mezquino y pensando solamente en tu propio bien, sin mirar a tus hermanos.

La oración, porque si no sos generoso con Dios, el que pierde sos vos. En Él está tu plenitud y tu brújula espiritual. Quizás hoy, podés disponer de un ratito más para estar con el Señor.

El ayuno, que es tener en cuenta los regalos que Dios te hace. Ese privarse de algunas cosas, exigirse, esforzarse un poco y tener un propósito para crecer. El crecimiento espiritual tiene que ver con hacer ejercicios y poner un poco de vos.

Acordate que todo es reflejo del amor. Hay que hacer el bien siempre, sin importar quién nos ve. Todo por amor y con alegría. ¿Querés amar sin cansarte? Buscalo a Dios en tus hermanos. Por eso hay que tener los pies en la tierra pero la mirada en el cielo. No descuides la oración y el servicio. Así que ánimo, poné de tu sí, encomendate al Señor, pero siempre con humildad.

Que tengas buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.