En aquel tiempo llegó Jesús a Cafarnaún y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de su enseñanza, pues les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido destruirnos? ¡Sé quién eres: el Santo de Dios!» Jesús le ordenó: «Cállate y sal de ese hombre». El espíritu inmundo lo sacudió violentamente y, dando un alarido, salió de él. Todos quedaron asombrados y se decían: «¿Qué es ésto? ¡Una doctrina nueva llena de autoridad! ¡Manda incluso a los espíritus inmundos y éstos lo obedecen». Y muy pronto se extendió su fama por toda la comarca de Galilea.
Palabra de Dios
P. Gustavo Gatto Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Villa Maria