Evangelio segun San Lucas 13, 22-30

viernes, 20 de agosto de
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En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?"Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir."Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos."

Palabra de Dios


 

Reflexión: Monseñor Santiago Olivera | Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje 

 

A Jesús alguien le hace una pregunta que hoy raramente se plantea ¿Son pocos los que se salvan? Lo que puede suceder después de la muerte parece que hoy no interesa mucho… Pero en la época de Jesús era un tema muy importante y frecuente. Se quería saber como asegurarse la salvación, y la entrada a la vida eterna.


Pero hoy llevamos una vida acelerada, con muchos temas y distracciones, habituados a un cambio permanente, viviendo en lo “inmediato”. Nos interesa vivir bien la vida ahora y evitamos preguntas sobre lo que sucederá después de la muerte.


Por eso hoy la pregunta más frecuente es ¿Cómo puedo hacer para vivir bien, para estar mejor? Pero, atención, porque la respuesta para la vieja pregunta y para la pregunta de hoy es la misma: poner siempre nuestra confianza en Dios y tratar de amar como nos amó y nos ama Jesús.


El Señor nos habla por medio de dos grandes imágenes: por un lado, la puerta estrecha por la que hemos de esforzarnos para entrar. Por otro lado el cortejo que se forma con personas de todas partes de la tierra hacia la ciudad bendita en la que tiene lugar el banquete del R de D.


 

Con la primera imagen, Jesús no responde directamente a la pregunta si “son pocos los que se salvan”. No alimenta fantasías y nos lleva a lo esencial. De la curiosidad a la sabiduría. No responde cuántos, sino cómo alcanzar la salvación. El invita a no sentirnos tan seguros y a lucharla, al compromiso. Es como decir: “vos peléala, más que querer saber una cifra”… (Notemos que Lucas a diferencia de Mateo, no pasa de la puerta estrecha a la ancha, sino a la puerta cerrada, con el fin de acentuar el carácter dramático de la opción). Es clave la decisión personal. En la casa hay lugar para todos…pero entra el que quiere. El que decide y la lucha…


 

Y por otra parte afirma que es lo que no sirve o no basta: pertenecer a una pueblo o raza o institución… (pensando que ya adquirí derechos)…hemos comido contigo… Te hemos conocido…profetizamos en tu nombre…No basta, hace falta otra cosa. Dios conoce bien al que oye y al que oye y practica.


Jesús deja claro que querer ser su discípulo no es un juego…requiere una opción fundamental y un esfuerzo continuo, como es pasar por una puerta estrecha… y por otro lado frente a los que pretenden ser los únicos o privilegiados por cuestiones de raza o poder, Jesús aclara que Dios no hace acepción de personas y por eso coloca una imagen de peregrinos venidos de los cuatro puntos cardinales…en donde hace ver que se verán grandes sorpresas…en donde sólo las obras buenas y la imitación de Cristo es lo que contará.


Además al final se ven dos situaciones diferentes, los que están adentro y los que están afuera de la sala. No da lo mismo una que otra. Quedar afuera es dramático. Es entrar en la amargura permanente…un rechazo del amor y de la amistad de Dios para siempre…


No temamos ciertos ajustes o podas…la puerta estrecha al comienzo, se hace ancha después: es grande la paz, la alegría, el gozo, y la vida nueva a la estamos llamados por misericordia de Dios.

 

Oleada Joven