No pienses que todo tiene el mismo valor, ni que todo es igualmente aceptable.
Son más beneficiosas las personas que se esfuerzan por hacer mejor las cosas que aquellas que no hacen sino desaprobarlas.
Es siempre mejor encender una luz que maldecir a las tinieblas; será más constructivo señalar lo que es correcto que detenerse en demostrar lo que es incorrecto.
El mundo necesita más personas que digan que “puede hacerse” y menos que manifiesten su convencimiento de que “es imposible hacerlo”.
Peron no basta eso: es mejor la persona que inspira confianza a los demás y no la que echa un chorro de agua fría sobre los que han dado, aunque más no sea, un paso en la dirección correcta.
Se necesitan más personas que se interesen en las cosas y “hagan algo para corregirlas”, y menos que se pongan a un lado, sin hacer más que descubrir los defectos.
“Vosotros sois mis testigos y mis siervos, a quienes elegí, para que se me conozca y
se me crea por mí mismo y se entienda que Yo soy” (Isaías 43, 10).
Sublime la misión que Dios te ha confiado: ser su testigo y ser su pregonero, ser su apóstol.
Fuente: "Los Cinco Minutos de Dios", Alfonso Milagro, Editorial Claretiana