Evangelio segun San Mateo 23, 13-22

viernes, 20 de agosto de
image_pdfimage_print

En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos! Ni entráis vosotros, no dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga". ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él".

Palabra de Dios


 

Reflexión: Monseñor Carlos Ñañez | Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

 




Un saludo cordial a toda la audiencia de Radio María, y en especial para los jóvenes.

En el Evangelio que la Iglesia nos propone hoy impacta el lenguaje severo, duro que usa Jesús. Y el Señor Jesús enseña no sólo con sus palabras, sino también con los gestos. En este caso el gesto sería la severidad de su lenguaje, esto está indicando que quiere grabar en el corazón y en la memoria de sus oyentes algo realmente importante. Es una consideración acerca del proceder de este grupo notable en el antiguo Israel, de los escribas y fariseos, que era gente instruida y piadosa, pero que se había exagerado en su observancia, y desde esa exageración, había resbalado hacia la suficiencia; gente que sentía que se bastaba a sí misma, delante de los demás y también delante de Dios. Y por eso desde la suficiencia había caído en la arrogancia, y así ellos se consideraban muchas veces los puros y los demás eran unos malditos. Para mantener su figura, su prestigio, en muchos casos cedían a la exterioridad, a la apariencia, y desde allí, se deslizaban a la simulación; por eso Jesús en más de una oportunidad les dice “hipócritas”, porque aparentaban una cosa y en realidad eran otra. Precisamente en esa simulación y en esa apariencia hacían interpretación torcida de la ley, como en el caso que presenta el Evangelio de hoy. Los juramentos por el santuario o por el altar no tienen valor, pero si se hace por el oro del santuario, por la ofrenda que está sobre el altar, entonces sí son valiosos. Eran artificios para escapar de algún modo a una interpretación correcta de la ley.

Nosotros acá, especialmente en la Argentina, muchas veces decimos "hecha la ley, hecha la trampa;" y entonces también buscamos interpretaciones torcidas para esquivar la observancia.

Pero, cuál es la actitud correcta, la actitud de un verdadero discípulo de Jesús, la de un verdadero ciudadano. Frente a las leyes justas es necesario tener una interpretación razonable, ponderada y procurar un cumplimiento preciso de la ley, tenemos que crecer en el aprecio y en la observancia de las leyes justas, y tenemos que educar el corazón para eso, y entonces de esa manera nosotros pasamos de ser simples habitantes que usufructúan de lo que la patria les ofrece a ser ciudadanos responsables de su destino, que saben gozar de sus derechos, pero sobre todo, saben cumplir con sus deberes atendiendo al bien común, al bien de todos, al bien que posibilita la realización de todos y de cada uno.

Es interesante pensar en estas cosas, sobre todo en este mes de agosto, en el que acá, en Córdoba, Cáritas Arquidiocesana nos ha invitado a reflexionar sobre la solidaridad. Tener presente este valor, esta apertura, y esta disposición permanente para compartir y ayudar, ayudarnos entre todos, construyendo, entre todos también, un mundo y un futuro mejor, y así la solidaridad es también un camino para la caridad.

Entonces podemos pedir en nuestra oración saber ser cumplidores de la ley, verdaderos observantes y sobre todo pedir vivir en la caridad, que cumple y plenifica la ley.

Con mi saludo cordial y mi bendición para todos los oyentes.

 

 

 

Oleada Joven