Evangelio según San Marcos 3, 22-30

lunes, 23 de enero de
image_pdfimage_print

 

En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían: «Tiene dentro a Belzebú» Y añadían: «Con el poder del príncipe de los demonios expulsa a los demonios». Jesús los llamó y les puso estas comparaciones:  «¿Como puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede permanecer. Si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede permanecer. Si Satanás se ha rebelado contra sí mismo y está dividido, no puede permanecer, sino que está llegando a su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al fuerte; sólo entonces podrá saquear su casa.Les aseguro que todo se les podrá perdonar a los hombres, los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; será considerado culpable para siempre»Decía esto porque lo acusaban por estar poseído por un espíritu inmundo.

 

Palabra de Dios

 

 


 

 

P. Maximiliano Turri Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Chascomús

 

Es una hermosa tradición que heredamos la de realizar el examen de conciencia a la noche, antes de irnos a dormir. Es una buena ocasión para descubrir cómo fue mi relación con Dios a lo largo del día. Descubrimos cómo hemos respondido a todo lo que Él nos ofreció durante la jornada. Ocasiones donde nos cruzamos con regalos inmerecidos, diálogos compartidos con amigos, momentos tristes o divertidos. Cada situación trascurrida nos hace llegar al final del día agradecidos porque pudimos hacerlo, más que dichosos por cómo lo recorrimos. 

 

Quien a la noche logra calmar el “ruido” del día, se encuentra con la verdad de quién es, de lo que hizo, pero no debemos olvidar que siempre seremos invitados a descubrir lo que Dios hizo en mi vida. El examen de conciencia no es tanto para ver lo que hice mal yo, sino que es más para ver lo que Dios me regaló y no supe aprovechar o compartir.  
 
 
Algo así les pasó a los escribas del evangelio de hoy. Ellos no son capaces de ver qué era lo que Jesucristo estaba haciendo en medio del pueblo. Solamente les importaba buscar cuál era el error para así denunciar y mostrar qué buenos que eran ellos. Un poco lo que muchas veces nos sucede, ¿no? Buscamos los errores afuera para no ver los propios. La acusación “está poseído” es la manera de condenar antes de conocer, es la manera de prejuzgar antes de escuchar y es la “cortedad” de corazón que no es capaz de descubrir la obra que Dios estaba haciendo. 
 
 
Pero volvamos al examen de conciencia. Que bien nos viene aprender del evangelio de hoy y crecer en la mirada sobre nuestra propia vida más en orden a lo que Dios me regala cada día, que ir mirando las “cosas” que hice mal. De hecho, si miráramos la vida desde la óptica de Dios, siempre nos sentiríamos en deuda, ya que nunca podríamos aprobar el día ante tantos regalos que Él no ha hecho. Estar vivos, tener salud, poder disfrutar un momento con amigos, haber resuelto el problema que tenía, haber llegado a la noche pudiéndome reconciliar con quién estuve distanciado; tantas situaciones que uno recuerda al final del día y se da cuenta de lo tanto, tanto que Dios nos ama y de la “cantidad” de regalos que cada día nos hace. Nunca hay que irse a dormir triste por no haber podido hacer todo. Hay que irse a dormir contento porque el regalo que Dios me hizo es inmensamente superior a cómo me habré portado yo. No niego con esto que haya que analizar las obras y contestaciones que ofendieron al que me rodea. Pero, por encima de eso, está todo lo que Dios me ama y lo que me regala a diario. De hecho, al descubrir ese amor, mi día trascurrirá de manera distinta, sabiendo de su presencia, seré totalmente distinto en el trato con los cercanos. 
 
 
No perdamos tiempo en querer ser mejores si no reconocemos quién es Dios y lo que hace a diario por cada uno. 
 
 
¡Que tengas un hermoso día, que Dios te bendiga!

 

Oleada Joven