Evangelio segun San Marcos 4, 26-34

lunes, 23 de enero de
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En aquel tiempo decía Jesús a la gente: «Sucede con el Reino de los cielos lo mismo que con el grano que un hombre echa en la tierra. No importa que él esté dormido o despierto, que sea de día o de noche. El grano germina y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma: primero un tallo, luego la espiga, después el trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto está a punto, en seguida se corta con la hoz, porque ha llegado la cosecha» Dijo también:«¿Con qué comparemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo expondremos? Sucede con él lo que con un grano de mostaza. Cuando se siembra en la tierra, es el más pequeña de todas las semillas. Pero, una vez sembrada, crece, se hace la mayor de todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra». Con muchas parábolas como éstas Jesús les anunciaba el mensaje, adaptándose a su capacidad de entender. No les decía nada sin parábolas. A sus discípulos, sin embargo, les explicaba todo en privado.



Palabra de Dios


 



P. Andrés Peirone Sacerdote Salesiano

 

 

Este día viernes la Iglesia nos regala en el Evangelio de Marcos algunas parábolas de Jesús, dos de ellas. Y el Señor nos está enseñando cómo es esto del Reino de Dios, a qué se parece, y nos dice que es como una pequeña semilla, chiquitita, la más pequeña de todas, un grano de mostaza; y que desde allí comienza a crecer, despacito, siguiendo los ritmos, los procesos naturales, hasta que se convierte en el más grande de los arbustos dentro de las hortalizas y cobija a los pájaros del cielo.

 

Jesús, de vos, de mí, quiere hacer instrumentos de su Reino, quiere hacernos cultivadores de este reinado de Dios sobre la humanidad. El Reino de Dios a través nuestro quiere crecer, a partir de una pequeña semilla, quiere nacer a partir de pequeños gestos, de pequeñas actitudes, de pequeños actos cotidianos, pero concretos.

 

El Reino de Dios en tu familia, en tu grupo de amigos, de compañeros, en tu trabajo, nace a partir de tus actitudes sencillas del buen saludo, la buena cara, a partir de ese pequeño gesto, aunque te haya costado de perdonar o de pedir perdón, de esa pequeña ayuda que diste a los demás, de esa decisión de en lugar de usar un tiempo para vos lo usaste para ir a visitar a alguien que estaba enfermo, que estaba solo, que está con problemas.

 

A partir de lo pequeño, lo sencillo, lo escondido, desde ahí nace el Reino de Dios; no tanto de grande eventos, de grandes actividades multitudinarias, sino de lo de todos los días.

 

Ojalá que el Señor nos enseñe a valorar cuánto importan las pequeñas cosas, que nos dé un corazón atento, un corazón que siembre, cultive y cuide el Reino de Dios que crece.

 

 

 

Oleada Joven