En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once, y les dijo: «Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará, pero el que no crea, se condenará. A los que crean, les acompañarán estas señales: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes con sus manos, y, aunque beban un veneno, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos sanarán».
Palabra de Dios
P. Mariano Cortes Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de 9 de Julio
Hoy la liturgia celebra la fiesta de la conversión del apóstol San Pablo, por eso hoy te invito a que contemplemos juntos el texto del libro de los hechos de los Apóstoles en el capítulo 22, versículo 3 al 16. Es el relato que vivió Pablo, hace a lo que le sucedió en el momento de su conversión; a lo que iba haciendo un camino, su propio camino, se dirigía desde Jerusalén a Damasco. Un camino que tenía un sentido, iba a buscar cristianos para llevarlos presos. Pablo encuentra en ese camino algo que lo hace cambiar, cuenta que hay una luz que brilla, que lo envuelve, que él se cae a tierra, cuenta que hay una voz que le habla que lo llama por su nombre; una luz que lo envuelve, una caída que lo sacude, una voz que lo conoce y que le habla.