No hay nada más perfecto que el amor

miércoles, 25 de enero de

  

Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.
 
 
Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios – el saber más elevado -, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta amor nada soy.
 

Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve.
 

El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
 

No se alegra de lo injusto, sino que se goza de la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
 

El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías son también algo muy limitado; y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
 

Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuándo me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las vemos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
 

Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor. 
 
 
 
                                                                                                                                         Corintios 1,13

 

Oleada Joven