Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba.Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió.Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Por qué come con publicanos y pecadores?”.Jesús, que había oído, les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
El Evangelio de hoy nos presenta la vocación de Leví, Jesús que lo llama y come con pecadores.
Quiero invitarte a detenerte en el comienzo del Evangelio en donde dice que Jesús le enseñaba a la multitud. Este Jesús que es Maestro de la misericordia. El que come con pecadores, enseña no desde arriba sino que se mezcla y está en medio de la gene, en medio de la vida de las personas que llama, perdona, elige, se conmueve.
Nosotros también debemos ser maestros de la verdad pero sin perder nunca la misericordia.
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