Martes 9 de Febrero del 2021 – Evangelio según San Marcos 7,1-13

lunes, 8 de febrero de
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Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.

Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”.

El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”.

Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte.

En cambio, ustedes afirman: ‘Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte…’

En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!”.

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Vamos compartiendo este anuncio de Jesús, esta prédica del Señor en el evangelio de hoy, estos milagros que Él realiza. Pero el evangelio nos muestra también las reacciones de aquellos que se lo encuentran al Señor y que, viendo incluso, se resisten a creer. El Señor va revelando su identidad de a poco, como un proceso, hay quienes le creen y quienes no. Aparecen los fariseos, los doctores de la Ley. Ellos se acercan a Jesús y se dan cuenta de que sus discípulos están comiendo sin haberse purificado las manos. Por eso se escandalizan y eso los hace cuestionar a Jesús porque sus discípulos no cumplían con la Ley, con lo externo. Te dejo algunas ideas para nuestra oración de hoy.

En primer lugar, cuidarnos de las máscaras. Fijate que con nadie el Señor utiliza palabras más duras como con los fariseos y los escribas. Jesús se indigna contra ellos porque esta gente no vive según Dios. Lejos de querer abrir el corazón, no buscan servirlo y agradarlo sino todo lo contrario: buscan lo exterior, para que los vean, para que los alaben. Un pueblo que honra a Dios con los labios, pero que tiene el corazón lejos de Él. Eso es lo que dice Jesús: lo que les falla a ellos es la motivación. Cumplen exteriormente pero por dentro viven la hipocresía, cumplen para ser vistos y alabados. Por eso Jesús les dice hipócritas. El hipócrita es aquel que de la boca para afuera dice algo pero que por dentro piensa y hace lo contrario. Fijate que el hipócrita es aquel que agranda lo pequeño y hace un escándalo por todo, es el que se queda en lo superficial y en las formas y todo le sirve de excusa para criticar al hermano. El hipócrita quiere ser visto y que todo el mundo se entere de lo bueno que es, es el que anda mostrando a todo el mundo los favores que hace y luego los echa en cara, es el que se lava las manos y no se quiere comprometer a fondo. Linda palabra nos deja el evangelio porque nadie está libre de caer en la hipocresía, ni vos ni yo. Peligro del que nos tenemos que cuidar mucho. Se me ocurre que es un buen momento entonces para revisar nuestras motivaciones al seguir a Jesús. Cada tanto viene bien hacer este ejercicio de revisar cómo venimos. ¿Por qué me acerco al Señor, qué descubrí en él, qué hace que yo lo siga? Eso no significa que todo valga lo mismo sino que podamos hacer cada cosa desde el amor y no desde el cumplimiento. Lejos de ser la fe un sentimentalismo barato donde, si lo siento lo hago y si no lo siento, no, el encuentro con Jesús hace que el corazón nos pida más estar cerca de Él. Así que sería bueno que hoy revisemos nuestro corazón y nuestra vida para ver si estamos usando máscaras, para ver si somos hipócritas. Porque, claro, podemos estar usando máscaras con nuestras familias, con nuestros amigos, en el trabajo, en el estudio, incluso en la comunidad. ¿Te estás permitiendo ser verdaderamente vos? Preguntate quién sos, con tu nombre, con tu apellido, con tus defectos, con tus virtudes y preguntale al Señor quién es él. Pedile a Jesús la gracia de ser auténtico y de vivir desde lo que sos, un hijo de Dios.

Por último, cómo está tu corazón. Una pregunta importante porque el evangelio nos invita a ver dónde está nuestra vida, a qué le estás dedicando tus fuerzas, tus tiempos, ¿las pongo en el Señor, en sus cosas o estoy disperso? Qué lindo poner todas tus cosas en Jesús. Acordate que donde está tu tesoro, está tu corazón. Dios no juega a las escondidas, se quiere quedar en tu vida. Buscalo ahí, en lo de todos los días, que tu corazón no esté lejos de Dios. Acercate y cuidate de lo accesorio, poné la importancia en lo verdaderamente necesario.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.