Evangelio segun San Mateo 24, 42-51

miércoles, 25 de agosto de
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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichosos ese criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes".

Palabra de Dios


Reflexión: Monseñor Estanislao Karlic | Obispo emérito de la Diócesis de Paraná

 

El Evangelio de hoy, mis queridos amigos, mis queridos hermanos, es una llamada a la vigilancia. Tenemos que estar muy atentos para que no llegue el ladrón a media noche y nos encuentre desprevenidos; tenemos que estar atentos porque no sabemos cuando viene el Señor al fin del tiempo, de nuestra vida, o de la historia del mundo; tenemos que estar siempre vigilando, porque no sabemos el día, ni la hora cuando el Señor vendrá. Seguramente vendrá al final de nuestra existencia para tomarnos cuenta de lo que hicimos siguiendo la ley de su amor, o contradiciendo su llamado a sembrar la verdad, la vida y la caridad.

Eso es propio de quien vive su misterio de imagen y semejanza de Dios, eso es propio del hombre que tiene conciencia de sí y del mundo que lo rodea, conciencia de su deber, de dar cuentas de los dones que ha recibido a su Señor. Pero no solamente así tenemos que estar vigilando para saber cuándo llega el Señor y prepararnos, o para recibirlo ya, si no lo esperábamos, y volcarnos con toda nuestra fuerza, con todo nuestro espíritu, a decirle al Señor que confiando en su amor hemos vivido, y le queremos dar cuenta de nuestra vida.

Entonces, esta vigilancia no es tanto temiendo qué nos pueda llegar que nos resulte difícil aceptar, sino más bien esperando encontrarnos con Aquel que habiéndonos amado, quiere amarnos hasta el fin, y quiere darnos nuevos dones, hacernos nuevos regalos.

Esa es la verdad de la historia, Dios empezó a darnos todo con la creación, a darnos a nosotros la vida, a darnos a nosotros la gracia. Qué nos dará al final de nuestra vida; Él mismo ya ha empezado a darse, allá se dará por entero, cara a cara.

Ese Señor está llegando en cada momento, vigilemos hoy, para que hoy el Señor sea recibido y aprovechado su amor en los ecos de nuestro amor. Hoy es el encuentro del Señor con nosotros, de nosotros con Él, y encontrándonos con Él, hoy es el día en que nosotros demos entender nuestro amor a todos los hombres. Quiera Dios que así vigilemos nuestro día, en nuestro día estemos vigilando porque el Señor viene, porque los hermanos esperan nuestra respuesta de fidelidad al Señor. Amén.

 

 

Oleada Joven